En un artículo anterior mencioné que parte de las complejidades que lleva a una familia a tener problemas, son los cambios que se suceden en esta. Como producto humano, la familia es un organismo que se transforma a través de las etapas de vida que transitan sus miembros. Pero también, recorre sus propios momentos, sus hitos de desarrollo que según autores del área pueden considerarse etapas, transiciones o crisis. Dichas etapas representan cambios en las tareas que particularmente la pareja-padres debe llevar a cabo; los comportamientos, actividades o retos que los hijos deben alcanzar; el tipo de interacciones y con ella, la comunicación, la expresión de afecto, revisión de normas y la distribución de tareas. Es decir, la transformación del sistema familiar en cada una de ellas.
La importancia de atender a estas etapas es debido a que permite el mejor conocimiento o explicación de situaciones que suceden en la vida familiar, convirtiéndose en preventor de posibles problemas o en una herramienta para el manejo de estos. Por otra parte, porque son la causa de muchos motivos de consulta de padres, quienes quieren mantener creencias y pautas de interacción que han venido guiando su funcionar, pero que al dejar de ser efectivas, le generan desconcierto, frustraciones y conflictos. Un ejemplo común es el enfrentar el inicio de la sexualidad de los hijos, o en los hijos, asumir completamente su adultez con derechos y deberes.
Estas etapas en su gran mayoría están sustentadas en el desarrollo de los hijos, pero igualmente los adultos de la familia, es decir la pareja-padres, protagonizan la primera etapa (de conformación) y las últimas etapas de la vida familiar, como son la ancianidad y la posterior muerte de alguno de ellos o ambos. Estos procesos no se viven al unísono, y si bien unos miembros pueden estar avanzados o en armonía con los cambios que se van ocurriendo, puede que otros no. Es decir, estas etapas difícilmente se presenten de manera lineal y continua, muchas veces se superponen, según cómo la estén viviendo cada miembro de la familia.
Existen diversas clasificaciones de estas etapas, cada una de ellas con criterios particulares para su diferenciación. A grandes rasgos las etapas serían:
- La conformación de la pareja
- La llegada del primer hijo
- La inclusión de los hijos en instituciones educativas
- La independencia de los hijos
- La salida de los hijos del hogar
- La adultez mayor de los padres, enfermedades, jubilación.
- Llegada de los nietos
- Ancianidad y muerte de los padres.
En cada una, no solo se transforman las relaciones con los hijos, sino que la pareja igualmente experimenta cambios en sus interacciones, en todos los órdenes. Del mismo modo, tales etapas van a estar influidas por el momento histórico, los cambios sociales que se estén desarrollando, la cultura, la particular emancipación de la mujer en la región geográfica donde se encuentre, la raza y el grupo socioeconómico de pertenencia. Es importante que la familia tenga presente que las expectativas que fueron válidas en la adolescencia de los padres, por ejemplo, ya no lo son para el primer hijo, y muy probablemente, si entre éste y el último hijo media más de 10 años, las circunstancias que rodeen cada etapa pueden cambiar entre estos hijos, dado los cambios sociales tan vertiginosos que se están sucediendo.
Dentro de los consensos existentes, uno de los centrales es que la vida familiar es un proceso donde se da una progresión de cambios y que, en cada etapa o transición, existen tareas evolutivas diferenciadas a las que deben hacerse frente. Para llevar a cabo las mismas, es importante el dejar a un lado la tendencia a la rigidez que poseen algunos padres quienes, habiendo encontrado estabilidad en algún tipo de transacción o características de funcionamiento, tienen la falsa creencia que dicha pauta permanecerá sin alteración a lo largo de la vida familiar, a pesar de los cambios que se produzcan, no solo entre los miembros sino en las condiciones que les rodean.
Los roles dentro de la dinámica familiar van evidenciando cambios progresivos y marcados. El más notorio: los hijos pasan de una absoluta dependencia, a un progresivo autodominio, autocuidado y autodeterminación, donde el papel como padres va perdiendo carácter de absoluta presencia y manejo de la situación a un acompañamiento ocasional, donde pueden ser solicitados (aunque muy pocas veces) opiniones y consejos. El desplazamiento en la centralidad en la vida de los hijos es uno de los principales retos a los que hacer frente. Progresivo, complejo y hasta doloroso, se hace indispensable para la sana adultez de los hijos, el hacerse a un lado y observar cómo ellos van construyendo su vida. Y mientras este proceso se va dando, igualmente se reestructuran las expresiones de los afectos y la construcción de una comunicación paritaria.
Dentro de cada etapa, son variados los aspectos a los cuales atender, por lo cual se hace imposible abordarlos todos en un solo artículo. Progresivamente iré desarrollando cada etapa, con sus características, retos y posibles crisis. ¿Objetivo? La apropiación de información y claridad de los eventos que acaecen en el proceso de ser familia, contribuyendo a que se minimicen los problemas que surgen de la falta de conocimiento acerca de los mismos y promoviendo familias mejor formadas y más armónicas.
Instagram: @crispaz05
- ¿Por qué es importante la planificación familiar para el año nuevo? - enero 2, 2019
- Las ausencias en las fiestas decembrinas, ¿cómo manejarlas? - diciembre 26, 2018
- Tus regalos de Navidad llegaron antes, ¿los notaste? - diciembre 19, 2018