Todos, independientemente de quienes seamos “ley y escribe” cuentos e historias. Lo hacemos en un día de trabajo o esperamos todo el día para poder leer en la noche o simplemente el fin de semana. Historias coleccionamos, otras las descartamos. Ir a la librería en algún momento es un acto imprescindible, elegimos diferentes libros: cómo defender a los amigos, cómo amar sin derrotar, cómo rechazar el elitismo, cómo vivir con nuestros propios cánones. En algún momento escribimos una carta, una página en el diario de vida, armamos un blog, publicamos en Facebook o Twitter nuestra propia interpretación. Y así se nos van los días. Este poema es un ejercicio lúdico de unas idas a la librería.
Libros
la librería está llena de lectores, hay nuevos títulos.
se ha agotado el “Himno al Malbec”, tan exquisito es el olor a uva
de solo leer el título uno se embriaga. Quedan bastantes ejemplares
de la “Bruma de la tristeza”, se filtran por las tapas nubes que anuncian tempestad. Solo un ejemplar de la “Tela de araña” que consume alegrías, está muy hojeado con dedos sucios parece que los lectores se enojaron. “El mar celebra la ceremonia de las risas” y “Las arenas que confiesan”, están en vitrina, son best Sellers. El “Nacimiento inesperado de la verdad” provoca alarma en los lectores, nadie ha preguntado por qué contarla. El “Desnudo de la pasión” está por llegar, los lectores tienen lentes de aumento. La “Noche de los rieles oxidados” y el “Vendaval de los reparos”, la tiene un lector en sus manos, no quiere que nadie la vea. “El Viejo que confundió a su botella con una princesa”, espera a un selecto lector que llega en las tardes.
a las dieciocho horas se presenta la novela corta: las “Huellas del pasado se borran lamiendo helados”, se augura lleno repleto.
Lees en tu cama …
leo para vivir. Vivo en la escritura
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