Y el abuelo indígena dijo: cuando aprendas a vivir, comprenderás que la tierra es tu madre, que los árboles son tus hermanos, que todo es uno y todo está vivo.
Entendemos por sabiduría ancestral esa capacidad de no complicarse, de fluir por la vida, hilvanando los instantes con hilos de inocencia, conscientes de la fugacidad de que somos parte. A veces, mientras veo transcurrir el tiempo, comprendo que en verdad, no es el tiempo el que pasa sino nosotros, tú y yo, para, gradualmente convertirnos en recuerdo. Si la vida es corta, desde la sabiduría de los abuelos aprendimos a no desperdiciar ni un solo momento, al contrario, cada día debe ser una invitación a desencadenar aprendizajes y sorpresas educativas en la perspectiva de nuestro crecimiento.
Es sabio, quien aprendió a vivir desde el corazón, quien hizo del amor su morada y de la felicidad su estilo de vida. En verdad no hace falta saber muchas cosas, empero tenemos que tener claro el rumbo de nuestra vida, los principio y valores con los que funcionamos y las maneras de lograr lo que queremos. Es recomendable que ellas estén alineadas a nuestros principios y sean compatibles con nuestros objetivos. De esa manera podremos construir contextos de coherencia, lugar adecuado para que germine el poder que luego se traducirá en capacidad de autogobierno.
Al morir, cumplimos la condena. En verdad somos condenados a muerte. El requisito para ingresar a este plano fue el aceptar nuestra fugacidad. esto es solo una experiencia evolucionaria , en ella requerimos ser impecables, porque ninguno de nosotros, tenemos permiso para interrumpir la evolución de la que somos parte.
la vida incluye un reloj de arena, invisiblemente colgado en la pared del tiempo. El cajón de herramientas donde están las instrucciones para vivir bien, fue cuidadosamente escondido, hay quienes anhelan nuestra somnolencia como recursos que permita continuar sus estrategias manipuladoras. Quizá no se trate de esperar, de conformarse aquí para que en un incierto más allá seamos felices. Tal vez la felicidad y el paraíso están aquí y se abordan desde otro estado de consciencia.
Los letreros de este tiempo anuncian, todo lo que no es importante. No hay nada mejor que hacer, que hacer nada, lo dicen sin decirlo. ¿El, continua atrapado al trabajo para el cual vive, solo sabe trabajar,…y la vida?, absténganse de preguntar a quienes están ocupados, el trabajo ha pasado a ser el ritual sagrado que jamás debe interrumpirse, excepto cuando la mitad del cuerpo duele y la otra mitad ya no funciona. Ella se reprime con éxito. Aprendió las artes nefastas de la auto aniquilación, como parte de su preparación para una vida en la cual, está mejor visto que no se conozca ni libere su potencial.
Y mientras cada uno participa de su gimnasia de autoengaño cotidianamente, el tiempo que jamás perdona, desgasta vitalidades y fabrica nuevas arrugas, como queriendo recordarnos nuestra fugacidad. A lo lejos veo una larga fila para perder tiempo; a mi derecha, predomina el gris depresivo, es gente a la que se le murió el alma, por déficit de sueños. A mi izquierda, sillas con cadenas hechas con miedos, atrapan a los que en ella se sientan. Hay muros hechos de rutina, que inventan laberintos de los que cuesta salir, algunos se suicidan, otros dejan en manos de Dios su vida que continua inalterable, unos pocos, sospechas que las cadenas pueden romperse y reemplazarse el gris por los colores.
Algunos están seguros de su inseguridad. Cajas fuertes, más fuertes que la gente, guardan sueños atrapados, ideas prohibidas y libertades que se tomaron en serio el libre albedrío. Hay organizaciones benéficas que reparten tranquilizantes para hacer más soportable lo insoportable. Casi nadie se pregunta, proliferan los psiquiatras, preguntarse resulta peligroso, podrían detenerte y dispararte un diagnóstico. En el vestíbulo del presente, al fondo a la derecha, permanecen recluidas las ganas, los sueños, el optimismo y la rebeldía. Prohibido aludir al tema, la prensa nunca se refiere a las condiciones reales de vida. Las universidades continúan fabricando especialistas en el comportamiento nocturno de las pulgas acuáticas del rio Nilo, mientras la sabiduría que navegó por este histórico cause permanece ignorada.
Chamalú
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