El presidente electo Donald Trump se defiende diciendo que el proceso está «muy organizado» y «funciona con fluidez», pero una transición que implica nombrar a centenares de cargos claves, no es tarea fácil.
El traspaso de poder en Estados Unidos, una de las operaciones logísticas de mayor magnitud en la política mundial, se encuentra al parecer paralizado por purgas en el equipo de Donald Trump. El presidente electo, vencedor en las elecciones del 8 de noviembre, replicó este martes que el proceso es “muy organizado” y “funciona con fluidez”. Y atacó a los periodistas que informan de caos en la Torre Trump de Manhattan, su cuartel general estos días. Pero, al parecer la improvisación domina una transición que implica nombrar a centenares de cargos clave y que desembocará en la ceremonia inaugural del 20 de enero.
“¿Y ahora qué hacemos?”, pregunta el personaje interpretado por Robert Redford al final de la película El candidato, cuando tras ganar las elecciones se asoma al abismo del día siguiente. Al republicano Trump le ha ocurrido algo similar. Muchos en su entorno no creían en la victoria ante la demócrata Hillary Clinton. Él mismo, por superstición, no quería pensar en el 9 de noviembre. Delegó los preparativos de la transición en caso de ganar en Chris Christie, gobernador de Nueva Jersey y uno de sus escuderos.
Además de la escasa preparación previa para la victoria, el equipo de Trump tenía otro problema: Christie y sus hombres no eran del agrado del círculo más íntimo del presidente electo, representado por su yerno, Jared Kushner, miembro de una ilustre familia demócrata de Nueva Jersey que tenía cuentas pendientes con el gobernador. Cuando Christie fue fiscal federal de Nueva Jersey, llevó el caso que acabó con el padre de Kushner en prisión por evasión de impuestos y contribuciones ilegales a campañas.
Una de las primeras decisiones de Trump tras su victoria fue despedirle junto a algunos de sus colaboradores. Mike Pence, candidato a vicepresidente, es ahora el nuevo jefe de la transición.
El golpe de mano ha reforzado el poder de Kushner, casado con Ivanka, la hija mayor del presidente electo. Ambos actuaron durante la campaña como consejeros de Trump. Y este los ha colocado, junto a dos hijos mayores, Don Junior y Eric, en el equipo que debe pilotar la transición.
Las divisiones y los despidos ralentizan el traspaso de poderes. El Pentágono, el Departamento de Estado y el de Justicia no habían recibido el martes noticia alguna del equipo del nuevo presidente, según The New York Times. Estaban a la espera de fijar contactos para comunicar la información necesaria para que la Administración cambie de manos sin que se produzca un vacío de poder.
Las élites del Partido Republicano siguen mirándolo con recelos. El aviso de Eliot Cohen, un veterano alto funcionario de varias Administraciones republicanas, resulta significativo. “El presidente electo se está rodeando de mediocridades cuya principal cualificación parece ser una lealtad incuestionable”, escribe en The Washington Post. Cohen, tras las elecciones, dio un voto de confianza a Trump, pero rectificó. “Los conservadores no deberían presentarse voluntarios para servir en esta Administración, por lo menos de momento”, recomienda.
Las quinielas para los cargos más destacados incluyen nombres como el exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani o el exembajador en la ONU John Bolton para el Departamento de Estado.
Fuente: elpais.com
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