En una relación de pareja, elegimos a nuestros amigos y a nuestra pareja porque conectamos con sus valores y personalidad. Sin embargo, la familia –y especialmente los suegros– nos viene «impuesta» de alguna manera. Aunque estamos acostumbrados a los pequeños roces con nuestros propios padres, la dinámica cambia cuando se trata de los padres de nuestra pareja. Los suegros a menudo representan una figura que, aunque cercana, trae consigo un trasfondo familiar y costumbres que pueden ser muy distintas a las nuestras, lo cual puede convertirse en una fuente de conflicto.
“Es como si en la adultez te impusieran unos nuevos padres, pero con sus propias manías y maneras de ser,” decía una clienta en coaching. A veces, los suegros parecen no respetar los límites de la pareja, lo cual es especialmente complejo para alguien que no creció en un ambiente similar. Esto es más notorio cuando los suegros o suegras no aceptan la autonomía de sus hijos adultos y de la nueva familia que han formado.
Diferencias en los lazos de confianza
Las diferencias entre una madre y una suegra pueden ser abismales. Lo que se puede perdonar fácilmente a una madre puede ser motivo de fricción con una suegra. Como explicó una clienta: “Mi suegra siempre tiene algo que opinar sobre cómo crío a mi hijo. Si lo abrazo, me dice que lo estoy malcriando; si le doy un snack, cambia mis decisiones. Parece que todo lo que hago está mal para ella”. En casos como este, el conflicto no solo surge de las diferencias en la crianza, sino del rol que la suegra cree tener en la vida de la nueva familia.
Esta situación suele agudizarse cuando el hijo adulto evita enfrentarse a su madre por temor a lastimarla o por tener normalizadas actitudes que para su pareja pueden ser intrusivas. “Me gustaría que mi esposo me defendiera o le pusiera límites a su madre, pero no lo hace”, confesaba otra coachee. Muchas veces, el deseo de ser defendido en esta relación termina afectando la dinámica de la pareja, generando resentimientos que poco a poco se acumulan.
Cuando las suegras son tóxicas: Causas y consecuencias
No todas las suegras son conscientes de sus efectos en la nueva familia, pero otras sí. Hay suegras que llevan consigo dolores no resueltos o inseguridades que se reflejan en su relación con la nuera o el yerno, convirtiéndose en competencia o crítica constante. Esto puede surgir de experiencias pasadas o heridas que no han sanado y que las llevan a ver en la nueva pareja de su hijo o hija una «amenaza» o incluso un rival. En lugar de apreciar la felicidad y estabilidad de sus hijos, ven en ello una especie de “reflejo” de lo que ellas mismas no lograron en su propia vida.
Cuando una suegra se vuelve tóxica, los más perjudicados no solo son la pareja, sino también los nietos, quienes pueden percibir la tensión familiar. Estos abuelos pierden momentos valiosos de sus vidas al no poder disfrutar de la familia que sus hijos han construido. Y esta dinámica no solo afecta a la pareja, sino a todos los integrantes, creando heridas que pueden perpetuarse en las siguientes generaciones.
El valor de respetar la nueva familia
Cada familia tiene sus etapas, y en la etapa adulta, los hijos deben ser vistos como individuos con sus propias vidas y decisiones. Los suegros que no aceptan este cambio y continúan imponiéndose o interfiriendo en las decisiones de la nueva familia pueden generar más dolor que apoyo. Ser un suegro o suegra respetuosa significa entender que los hijos ya no pertenecen exclusivamente a su núcleo familiar, sino que han creado un hogar propio con nuevas reglas y formas de convivencia.
La verdadera paz y éxito en una familia muchas veces se logran cuando hay respeto y apoyo mutuo, permitiendo a los hijos crecer y desarrollarse en un ambiente de amor y comprensión. Los suegros pueden ser guías y observadores, respetando los límites de sus hijos y reconociendo que, aunque las generaciones cambian, el amor y el respeto son los cimientos que sostienen cualquier relación.
Karina Figueroa
De corazón a corazón
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