Desde el lenguaje, una verdad se encuentra con la roca de su propia singularidad, y solo allí se afirma, en la impotencia, que existe una verdad.
La gracia
Nada que comprender
desde el cielo,
en el caos la gracia vale.
Mucho tiempo paseando distraídos,
tanta expropiación
por los puntero del reloj.
Nos volvemos singulares,
cada uno maestro de su forma.
Nos asomamos, algo quiere ser visto.
Está dentro de
una camisa a cuadros anaranjados.
La habitación de noche
obtiene sol de la tarde. Estoy aplastado
por su belleza.
Ahora me percato,
tanto escondido en lo falso,
tan importante nuestra deuda
con la existencia.
Nos hacemos cargo de
la torcedura innoble de la espalda
de esta inhumanidad,
tanto desgarrado, indecoroso.
Digo adiós a su tiempo,
Levanto el telón y sigo.
¿Qué anotará el vacío que espera con ardor?
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