No hay otro jolgorio tan comentado por la prensa en el ámbito mundial como el de las nuevas relaciones entre Cuba y EE UU. Todo luce perfecto, los habitantes de la isla, algunos, han dejado su rostro ensombrecido y se muestran cargados de esperanzas porque, según, la bonanza llegó para quedarse. Es algo parecido al niño con juguete nuevo, lo que no sabemos si es de mala calidad hasta que el niño simplemente divirtiéndose, el juguete se le estropea.
Disculpen los cubanos entusiastas, pero el rostro macabro y siniestro de la revolución no se puede ocultar. Detrás de esta reciente relación “amorosa” entre el imperio y el monstruo de la revolución cubana debe haber algo más que romper el deshielo, montar una embajada, comercio y viaje libre para todos. En cuál eslabón de la cadena política de Estados Unidos se encuentra la verdad de tal rociada de amistad. Evidentemente que los republicanos no han visto con buenos ojos el fin del ¿embargo o bloqueo?, los mismos cubanos ni saben qué es.
El presidente Barack Obama tiene ahora la nueva carta con la cárcel de máxima seguridad en Guantánamo. Se aproximan unas elecciones en el país del norte, nada menos que las presidenciales, por lo que captar más votos es un buen objetivo. La pregunta sería: ¿Sumará más cubano al voto latino? Al parecer hay mucha disidencia contraria a la nueva luna de miel, como también hay muchos cubanos que aplauden a rabiar por semejante salida del gobierno norteamericano. El nombrado bloqueo o embargo cubano lo manejan en la isla con cifras según el informe presentado ante la ONU, el cual para el gobierno cubano ha representado “daños económicos que ascienden a US$1,11 billones a lo largo de más de cinco décadas”.
No obstante, todos sabemos que el tal embargo ha sido un parapeto más del gobierno cubano porque ha mantenido “relaciones comerciales” con Venezuela en toda su amplia gama de productos, de tal forma que sustenta buena parte de su economía actual con los “regalos” de Venezuela. Hoy día Venezuela le sigue enviando a Cuba cuantiosas cifras de barriles de petróleo, mientras que los venezolanos se está quedando en el fondo de la miseria. Todo en nombre del socialismo-comunismo-revolucionario, demodé.
La realidad es que para tener una cuba floreciente hace falta que desaparezcan de una buena vez la dinastía castrista y retomar el mando con un equipo desintoxicado de revolución, algo así como limpiar la casa con amoníaco y comenzar de cero, claro, de la mano del gran vecino norteamericano, el cual seguramente apuesta a ganancias considerables para su propio beneficio. Mientras el tiempo inexorable da puntadas para ver el desempeño de este nuevo episodio, vamos a apostar brindando con un mojito por los buenos resultados de la trama. Salud!!!
Susana Morffe
@susanamorffe
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