«𝘓𝘢 𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦 𝘢𝘳𝘳𝘢𝘴𝘵𝘳𝘢𝘳 𝘢𝘭 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘦𝘭 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦 𝘢𝘳𝘳𝘢𝘴𝘵𝘳𝘢𝘳 𝘢 𝘭𝘢 𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦»
𝘏𝘪𝘳𝘢 𝘙𝘢𝘵𝘢𝘯 𝘔𝘢𝘯𝘦𝘬
Después de los 75 años, las personas tienden a experimentar más ansiedad, tristeza y desconexión con su red social, lo cual acentúa un sentimiento de soledad que está latente especialmente en pandemia. Es por eso que son necesarias algunas estrategias para intentar balancearla con sentimientos positivos y sostener una calidad de vida aceptable para cada uno, para cada cabeza, para cada cuerpo.
En USA un estudio publicado en the Journal Emotion (2020) ha identificado una actividad interesante y prometedora: las 𝘤𝘢𝘮𝘪𝘯𝘢𝘵𝘢𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘢𝘴𝘰𝘮𝘣𝘳𝘰.
El asombro
El 𝘢𝘴𝘰𝘮𝘣𝘳𝘰 es entendido como una emoción positiva producto de ver algo tan diferente -por inmenso, bello, extraordinario- que es difícil de comprender inmediatamente. ¿Saben qué implica eso? Gracias a que nuestros sentidos no pueden explicar lo que estamos presenciando, el foco de atención vira de nosotros mismos al mundo, haciéndonos sentir más insignificantes en él y paradójicamente, más conectados con nuestro entorno. Ese movimiento fomenta la voluntad de 𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢𝘳 𝘱𝘢𝘳𝘵𝘦 al menos como espectador, y eso nos abstrae momentáneamente de los pensamientos negativos en los que podamos estar sumidos.
Desarrollar nuestra capacidad de asombro nos permite tener una panorámica en vez de una selfie: esa pequeñez propia dentro de un contexto más amplio ayuda a quitarle intensidad a sentimientos de apatía y desesperanza. Es una práctica simple que puede encararse tan solo tomándonos un momento para observar a nuestro alrededor: sea el jardín de casa o una vista apabullante en una escapa de lejos de la ciudad.
Dependiendo de los intereses variados de los seres humanos, caminar hacia nuevos paisajes, visitar museos, asistir a una celebración ajena en alguna iglesia, presenciar una clase de alguna disciplina puede llevarnos a potenciar la interacción social con quienes están en el mismo espacio. Es así que nuestro mecanismo de procesamiento de la información asimila estímulos que combaten la nube negra que nos hace pensar “feo” y aunque sea sólo por un instante, nos sentimos con otros, y mejor. Estas actividades pro sociales colaboran con tener sentimientos favorables para nuestra autoestima, sentirnos incluidos en el entramado social y en el caso de la edad adulta, apoyar el bienestar emocional y por consiguiente, la longevidad.
Las caminatas del asombro, con más de 75 o con 5, hacen bien.
Foto portada: Andrea Piacquadio from Pexels
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