La generación conocida como millennials –todo aquel nacido a partir de los 1985 hasta el 2000- marca la tendencia incluso en la moda. Su innata pasión por lo digital ha hecho que las marcas dedicadas a vestir a las jovencitas para el día de su boda estén ahora expuestas gráficamente en cuanta red social exista. ¡Y las chicas responden!
Antaño quedó aquello de comprar revistas para ver trajes de novia, ir de tienda en tienda, o buscar un planner específico para que te oriente sobre todo lo que se requiere para ese «gran día». Las mujeres millennials hoy encuentran novio en redes como Tinder o hacen match en Zooks, planean boda a través de Pinterest, encargan el vestido en línea y de seguro encuentran el diseño de sus sueños en Instagram. Son las novias 2.0.
Más de un diseñador de firma, o uno emergente, se han apuntado a las redes sociales para exponer sus diseños de trajes nupciales. Y van desde lo clásico hasta lo vanguardista, donde el blanco y marfil se dejan de lado, incluyendo toques originales de color y el negro, para aquellas más atrevidas y amantes de lo gótico.
Firmas como Houghton han fascinado a las ‘millennials’ desde las redes sociales. Los diseños de la estadounidense Katharine Polk se han convertido en tendencia y en tan sólo 3 años desde su debut ha logrado cautivar a ese sector de jovencitas en su web, sus redes sociales, su canal de venta online y una tienda en Nueva York. Sus vestidos vuelan por el planeta, desde 800 dólares en adelante.
Novias del Siglo XXI
En una encuesta de Harris Poll (www.harrispollonline.com) se habló de las tendencias en cuanto a bodas de la generación de los millennials. La despedida de soltera sólo para mujeres, la petición de la mano al padre por parte del novio y que el padre entregue a la novia, siguen siendo las tradicionales inalterables.
Eso sí, la chica vestida de blanco ya no es la mayor tendencia. Las chicas ya no quieren usar el traje de sus abuelas o madres y tampoco quieren gastos inmensos en la recepción. Lo que sí no pasa de moda: el anillo, mientras más costoso mejor. Ah, y no se comparten fotos del traje de novia antes del gran evento (¿será que es pavoso?).
Una red que nació para la imagen y la fotografía ha visto crecer a las novias 2.0: hablamos de Instagram. Todo lo deseable para una novia allí está. Portales como Moda Operandi han crecido en esta red social para satisfacer los gustos de las chicas y por eso con éxito abrieron su sección Bridal con colecciones que se encargan por anticipado.
Creadores consagrados y nombres emergentes se mezclan en las resdes para apuntalar sus nuevos diseños: Naeem Khan, J Mendel, Delpozo, Luisa Beccaria o Delphine Manivet son algunas de las firmas que esperan desde la plataforma digital a todas las novias que busquen piezas especiales y, sobre todo, diferentes. Y las mega marcas que cautivan desde Paris no le han perdido el paso tampoco a estas millennials.
En la web también hay opciones para las menos atrevidas. Disfrutan de las ventajas del e-commerce, pero igual quieren probar en vivo y directo. ¿Qué se consigue en las redes? No sólo trajes de novias, zapatos, joyas, lencería, velos, todo para la luna de miel, vestidos para las damas de honor o para las invitadas, trajes para las madres, productos de belleza y todo lo que sea perfecto para ese gran día y para cualquier día también.
Ni tan millennials
Pero no sólo las jovencitas 2.0 son atraídas por esta tendencia digital. En el camino arrastran a las mayorcitas. La diseñadora Katharine Polk ha dicho que estas chicas que se ponen pieles con pantalones de cuero y calzan zapatillas para el día de su boda, prefieren gustarse que esforzarse en agradar. ¿Su edad? Entre 20 y 60 años, respondió, una edad bastante genérica, y es así como el reto de los diseñadores apunta más bien a un público más amplio.
Como en la red hay para todos, ser un fenómeno de masas desde una marca implica que se ofrezca productos de calidad, con diseños que no intimiden, que puedan estar al alcance de cualquiera. Por eso los modelos, los blogs de moda y las grandes revistas de moda están en las redes sociales, llenándonos de promesas: una libertad que ahora es compartida, tan global como el planeta.
Revistas como Vogue han tratado el tema, pues están conscientes de que los millennials han impactado ya al mundo de la moda y es que esta generación adicta a comprar en internet y a Instagram, ha hecho de la personalización su estilo. La ostentación y las grandes marcas pasan a un segundo plano. Si los diseñadores de grandes firmas quieren impactar tendrán que plantearse grandes estrategias para atraer a una difícil generación. En eso están, usando a las estrellas del momento para impulsar y engancharlos: Dior con Jennifer Lawrence como embajadora y Givenchy con Rihanna.
Sin traición a las raíces
Firmas como Louis Vuitton, Gucci y Moschino se han dedicado a estudiar en serio a la generación 2.0, pues para sobrevivir tendrán que evolucionar a la par de ésta. Para eso está Nicolas Ghesquière en Louis Vuitton y como ha dicho: “reiniciar el monogram, hacerlo más código que logo”. ¿Cuál es el código de los millenials? Jeremy Scott en Moschino lo ha conseguido jugando con elementos de la cultura popular, con el particular filtro de irreverencia e ironía: Barbie y McDonald’s como inspiración para la pasarela y el producto que más han vendido, una funda para el teléfono celular.
Marcas como Burberry dieron el viraje hacia los canales digitales y empezaron a crecer rápidamente. 14% anual desde el cambio. Youtube ha sido el canal predilecto para poner vídeos de la nueva temporada, detalles de los desfiles y de las prendas a exhibirse. Cuando los clientes van a las tiendas físicas, palpan el producto y luego hacen la compra desde la tablet.
Facebook también permite atraer a estos millennials, pero son más propensos a dejarse influir en sus decisiones de compra por los blogs de moda y los foros, los principales factores de decisión de esta generación. De allí el poder que tienen Instagram y Pinterest (ideal para accesorios) como gran fuente de inspiración en temas de estilo.
Nada ni nadie se salvan en la industria de la moda y ahora todo es cuestión de un clic.
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