Que la morada del ser humano no sea la hostilidad, el dolor insuperable, la indiferencia; sí un testimonio de la belleza en la que ocurra la vida y la muerte en un voluptuoso despliegue de armonía. El misterio de la vida no se puede vestir de negro, tal vez sí el de la muerte, hay que darle sentido a lo más profundamente humano.
Inventando colores
en un tranquilo rincón del jardín
el sol ilumina el pasto naciente
y los pájaros abandonan las ramas de los árboles
una voz en tu interior
dice
inventa nuevos colores en tu universo
para teñir almas con los sabores,
aromas, el tacto de la bondad y las caricias
metaboliza con los anhelos del Jardín del Edén
succiona los frutos del amor
viaja en horas por encima del dolor
interrumpe el desaliento
abre el ojal de la oscuridad
sin fragilidad tu jardín iluminará el fondo inhumano
haz un contrapunteo a las sombras
que hable el aire, la tierra, el fuego
toca la matriz muda del infinito
si los telescopios que indagan las galaxias
inventan belleza, tú también puedes,
así sea casi
la voz pronunció el undécimo mandamiento
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