“Nadie nos dice cómo voltear la cara contra la pared” dice la poeta (Blanca Varela). Es así, tanto que no quisiéramos ver, tanta inundación de hechos de quienes siempre destruyen. Uno podría anticipar las noticias de mañana en la CNN. Para qué enumerarlas si usted ya las sabe. Uno podría hablar casi de autismo comercial. Y en medio de todo esto, uno y sus incertidumbres, en especial, cuando se quiere que los niños lean y lean para que actúen civilizadamente, y se da cuenta que los ya mayores que leyeron tantos libros en los lugares de mayor excelencia intelectual, cometen lo que cometen. Entonces, mi verso: “El ángulo correcto no otorga suelo sólido”.
Innegable erosión
El espacio se expande con el paso del tiempo. No sólo
las partículas como yo. Erosión me invade,
desplaza proximidades
más allá del ojo engañoso. Alumbrar la curva de
la belleza es un goce que busca escenas
en medio de tantos equívocos de
la lógica de lo negro.
(es un problema, no un reproche)
Donde tanta mala fe
oscilo en lo que puedo soportar.
El riesgo de caer se profundiza, puedo exponer mis raíces,
se vean las machas de mis huesos,
ante tanta amputación no sé si resulten los trasplantes,
se puede revertir mi ontología.
Tantas veces me pregunto:
¿para qué habré leído la Biblia,
a Virgilio, y tantos otros sin obligación, si el truco está
en otra parte? El ángulo correcto no otorga suelo sólido.
Tal vez sea el único que no entiende este carnaval de incertidumbres
El enjambre de lo grotesco hace difícil mi liberación
Necesito vigas de acero y gatas hidráulicas
Para sostener lo que queda intacto.
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