Su actuación es impecable. Su posición política incólume y su trayectoria como hombre de teatro y la televisión, realmente envidiable
Minín Arévalo /Fotos Alfredo Cedeño
Hace poco Héctor Manrique se presentó en el Teatro Trail de Miami con su monólogo inspirado en el libro homónimo de Ibéyise Pacheco “Sangre en el Divan”. Pues la sala aún lo siente, no se han podido salir del espacio sus gritos de “todo está bien” a lo Edmundo Chirinos.
¿Pero cómo iba a olvidarse rápido una actuación tan extraordinaria? No es posible, porque el performance de Héctor hizo que la audiencia, sobre todo aquella que no solo ha leído las páginas del laureado texto, sino que al menos vio un par de veces al psiquiatra, se olvidara a ratos dónde estaba: en el aforo de la Calle 8 o verdaderamente en el apartamento del médico donde le hicieron la entrevista que le valió de inspiración para su puesta en escena.
No se puede desmerecer la letra, porque el libro escrito por la periodista venezolana le ha valido unos cuantos premios y su investigación está perfectamente apegada a la realidad. Pero vamos, la actuación de Manrique se erige como una de sus mejores.
Sangre en el Diván, logra un extraordinario match entre libro y obra, porque engrana cada parte de la sórdida historia de un muy famoso psiquiatra venezolano, asesor de presidentes del país, consejero de Misses y de gente de la alta sociedad que termina sus días preso en su casa después de haberse descubierto que asesinó a una estudiante de comunicación social de Caracas con quien además mantenía una tormentosa relación sexual. Y no solo la mató, sino que dejó su cuerpo en un basurero para mayor escándalo en todos los círculos de esa nación.
La dupla de Ybéyise y Manrique tiene una solidez absoluta y por eso ha tenido con mucho éxito presentaciones en todos los rincones de Venezuela, ahora en Miami y próximamente en otras ciudades de su país y de Estados Unidos. Sin duda, esta pieza teatral unipersonal es una joya y será recordada como uno de los mejores que se haya montado en los últimos 10 años.
Manrique, el hombre que enseña
Héctor además de actor, que ya se ha dicho es de los buenos, es un gerente de teatro y además profesor. Tiene bastante más de dos décadas en el Grupo Actoral 80, específicamente desde el año 1993, y dice que “yo lo que quiero es devolverle a la gente eso que yo aprendí con mi maestro Juan Carlos Gené, porque si hay alguien en esta vida a quien yo le deba cosas es a él, entonces, como para hacer justicia a ese legado, quiero transmitirle a otros todo el conocimiento que me dejó”.
Con el gran director argentino Manrique tuvo excelentes oportunidades para desarrollarse como profesional desde un punto de vista holístico; porque de él aprendió no solo a estar sobre las tablas, sino también a dirigirlo, a transmitir eso que debe tener un actor para representar la vida de otros y cómo ser un buen gerente dentro de este mundo. De allí que desde hace tanto, parte de su vida la dedique a la enseñanza. “Con mi querido Juan Carlos Gené la relación fue muy intensa en todos los sentidos, tanto en lo didáctico, ya que en mi formación fui acompañado por él como maestro guía e instructor, como en lo artístico, porque trabajamos frecuentemente como actores juntos y también me dirigió en muchas ocasiones. Asumo con absoluto orgullo mi herencia porque esta es una de las cosas más bellas que tengo en mi vida”, dice con la voz bajita, porque mientras La Nota Latina lo entrevista, justo detrás en la sala se presenta otra obra que tiene cartel antes de su monólogo”.
El teatro igual va a perdurar
Como cada vez que surge una nueva plataforma, las que están atrás tiemblan. Y era muy importante saber la opinión de Héctor Manrique con respecto a las redes sociales y su muy amplio poder de penetración. “Bueno, si te pones a ver el teatro tiene 3.000 en crisis; así que no creo que sean las redes sociales lo que lo vayan a sacar de la escena. La gente va al teatro para reecontrase consigo misma, porque es una experiencia distinta. Es tu vida frente a la vida de lo que se está representando, es tu propia interpretación de unos actos que se presentan como ciertos en un momento determinado y es esa relación, esa conexión lo que logra una esencia indisoluble entre lo que se representa y el espectador. Las nuevas tecnologías son muy útiles, pero no pueden con esto”.
A su modo de ver, redes como Instagram, Facebook y Twitter son de altísima utilidad para el hecho teatral –y el de otras expresiones artísticas, claro- porque ponen en la palestra lo que pasa con una inmediatez que conmueve. “La gente sale de la sala y de una vez comenta si le gustó o no la obra, si la actuación correspondió a sus expectativas, en fin, como la cataloga. Y eso también es bueno para uno porque lo nutre con un feedback impensado en otro momento. Uno puede acomodar cosas, modificar cosas a partir de esos comentarios en las redes sociales”, dice.
No se puede quedar atrás el tema del Microteatro, modalidad muy en boga en estos tiempos. “El Microteatro surgió en España a la sazón de la crisis y cuando el sector se vio sin ningún tipo de subsidios, porque actores y directores lo vieron como una oportunidad para unir esfuerzos y con poca plata beneficiarse muchos. Lamentablemente, hay países como Venezuela, por ejemplo, en donde esto no se ha entendido muy bien; pues estás presentado un montaje aquí y a 6 metros el otro y los aplausos de una sala entran en la otra para no dejar entender ninguna de las dos. En fin, en Microteatro como recurso es extraordinario y una muy buena alternativa, en épocas incluso o con mayor énfasis de vacas flacas, pero no hay que irrespetar a la gente y al género haciendo montajes baratos”.
Siempre que esté bien hecho, a Héctor Manrique, este monstruo en el mejor y muchos sentidos de la palabra, pues es un excelente actor, autor, director y gerente, no le disgusta en fin ni el Microteatro y nisiquiera el teatro comercial, porque como dice él mismo “dentro del teatro me manejo sin problemas ni angustias. Creo que un medio teatral sano es aquel donde pueden convivir desde el experimental hasta el teatro clásico y el contemporáneo, pasando por obras más comerciales. En los sitios donde hay un movimiento teatral importante todas estas tendencias conviven una al lado de la otra. Lo importante es que el teatro, sea cual sea, esté a sala llena.
Primero mi país
Aunque esta sea su faceta menos conocida, Héctor Manrique tiene una ardua labor en la política venezolana. Acompañó durante sus dos campañas electorales –primarias y presidenciales- al candidato de la oposición Henrique Capriles Radonski y fue el responsable de su dicurso; ese conciliador e inclusivo tantos votos le valió.
“Yo trabajé con Henrique porque creo en él. No es ningún advenedizo en estas lides y es un tipo que sabe exactamente para dónde va y cómo llegar hasta ahí. Tiene muchos años enfocado en la gente que de verdad lo necesita y trabajando para ellos”.
Manrique cree que cuando Venezuela encuentre la unión de la gente –aunque suene a frase trillada- es cuando verdaderamente va a volver a encausarse como una nación de provecho para todos sus ciudadanos. “No es mentira que la gente tenga que unirse y buscar puntos en común. Oficialistas y opositores tienen problemas iguales: la escasez, delincuencia, corrupción e ineficiencia del Estado no es solo para un bando. Es para todos y somos todos los que podemos sacar al país adelante. No un grupo. Todos”.
Con respecto a tanta gente que se está yendo de Venezuela en busca de mejores oportunidades o por causa de persecuciones políticas, Manrique dice con mucha nostalgia “yo cada día trabajo duro por los que se van del país. No creo en el egoísmo que reza que aquellos que se van ahora no deberían volver más adelante cuando la pesadilla haya terminado. Todo lo contrario, yo me esfuerzo cada vez más para que esa gente que hoy no está pueda regresar a casa. Es muy duro verlos partir. Es muy fuerte no tenerlos. Todos deben volver”.
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