Vivimos en el discurso de nuestro orden propio o en el discurso de un orden impuesto. Cada ser humano puede hacer una grieta en el clasificar cósmico y “crackear” el código de las amenazas. A menudo hay que tomar nota, pues el tiempo se abrevia, hacerlo para descubrir el orden de las cosas, ya sea leyendo los presagios del Señor o las siluetas de las estrellas o los pasos de los insectos.
“Desbautizar al mundo,
sacrificar el nombre de las cosas
para ganar su presencia.”
Roberto Juarroz
Naturaleza, las nubes, alguna silueta más oscura.
Hay un orden para estas cosas.
Observa tu orden.
Circuito perfecto de
explosiones blancas
con insinuaciones
sin parar. Entonces.
Olvidar el viejo goteo,
el secreto guardado en el cajón,
el ajuste de memoria desatendida.
los anhelos que han dejado caricias
pendientes,
algunos sueños se inclinan por los carriles como
ortigas, derrama agua bendita.
Lo que dicen es un orden.
Cosas en tierra seca en tierra firme. Un orden.
Si has tomado mucho de ti mismo,
reinvierte, sal de la topografía del abismo
y nada en un océano de trigo.
Somos mejores que la sombra.
Di que somos mejores
que las sillas que escuchan tragedias.
Coloca tu mano en el viento,
Lee brisa, porque cada mínima duda,
cada bifurcación, conducen a
más de un asombro.
De tu costado brotará
el eco naranja de tu sonrisa.
Tal vez sabrás
en qué fundes tu alma:
si has permanecido buceando el pantano,
el Edén, o Jerusalén
(no es sencillo, Kant ni Freud
te ayudarán, pero podrás decir
a qué universo ingresas).
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