Gritos, insultos y descalificación: partes de los problemas de la vida familiar | La Nota Latina

Gritos, insultos y descalificación: partes de los problemas de la vida familiar

 

Hace un par de meses escuchaba a mi hijo menor de 17 años, diciendo enfáticamente a la persona con quien hablaba por celular “No, es que eso no es así”, “No, no es normal que tu mamá te grite y te llene de insultos porque está molesta contigo”, “No, eso no es lo común en todas las familias”. No fueron tanto las palabras, como ver la expresión facial de mi hijo que muy incómodo con la situación, no lograba comprender cómo una “Mamá” podía tratar a así su única hija; que a la chica le pareciera que así es como son las cosas, que eso es ser familia. Más allá de la satisfacción personal porque mi hijo sienta que en su experiencia ha prevalecido el respeto, afecto y apoyo y le permita reconocer como inadecuada la experiencia vivida por su interlocutora; la situación me hizo meditar y prometerme un artículo a tan común situación en la vida familiar. Porque si, aunque mi hijo esté en lo cierto que no es lo adecuado, lamentablemente, es una práctica muy común.

En la vida familiar podemos repetir y acostumbrarnos a interacciones que no por su frecuencia, son sanas. Ellas son aquellas que usan el tono alto para comunicar el malestar que produce un comportamiento “erróneo” de un hijo u otro miembro de la familia, así como el insulto y la descalificación. Pongámoslo más claro: ¿Quién le dijo a usted que cuando usted grita, insulta o descalifica, ayuda a la persona en cuestión? Usted lo que hace es expresar su ira y quizás frustración de sus deseos o expectativas, pero usted no está educando, ni siquiera controlando la situación. Usted sólo está enseñando que esa es la manera de solucionar problemas, y mi pregunta es: ¿Es eso lo que usted quiere transferir a sus hijos? Que sea lo más frecuente o lo que hace la mayoría, no es sinónimo de adecuación o promotor de vida emocionalmente sana.

Más allá del daño que emocionalmente le ocasiona a la persona receptora de su ira y sus insultos, usted está otorgándole una herencia de incapacidad de manejar sanamente las situaciones conflictivas. En muchas oportunidades he escuchado a padres y madres decir “Es que ese es mi modo de ser”, “Así soy yo” o “Yo sé que no lo debo hacer, pero es que cuando me enojo, pierdo el control”.  Albert Bandura (1925- ) psicólogo canadiense y creador de la Teoría del aprendizaje social, a través de sus experimentos sobre el comportamiento agresivo, demostró que los modelos significativos, tal como son los padres, poseen un decisivo impacto en la adquisición de conductas por parte de sus hijos. Los hijos aprenderán por modelamiento e imitación que, si a los padres les “sirvió” dicho comportamiento, a ellos, cuando lo sean, también les funcionará. Tal “efectividad” en los padres fungirá como reforzamiento vicario (la recompensa que vemos deja la acción en otra persona, nos estimula a nosotros a imitarla) de la conducta inadecuada, que como “herencia”, se mantendrá en el repertorio de los hijos, dando continuidad al “patrimonio familiar emocional”.

Una de las razones de estos comportamientos, la tenemos en lo que yo denomino “herencias emocionales” relacionadas con la crianza de hijos. Dichas “herencias” no son más que las interacciones familiares que nuestros padres tuvieron con nosotros en nuestra niñez cuando se presentaban problemas; en cómo controlaban su ira; cómo hacían para hacernos ver nuestro error o nuestra falta, que han quedado en nuestra memoria y activan nuestras conductas. Al hacer esa revisión nos permitiremos identificar las prácticas desacertadas y dañinas, de las cuales fuimos objeto, para eliminarlas de nuestro repertorio como padres.

Al respecto, existe un pensamiento asociado de “si a nosotros no nos dañó, qué importa utilizarlas ahora nosotros”. Tal afirmación la dudo completamente. Innumerable soporte científico da cuenta del perjuicio que estas prácticas conllevan, pero sin tener que sumergirnos en una biblioteca especializada, tenemos como prueba empírica, las consecuencias que dejaron en nosotros y en nuestra autoestima; el alto número de personas que trabaja este aspecto, dentro de su proceso terapéutico, o las noticias de prensa sobre antecedentes familiares de este tipo, en quienes han atentado contra su vida o la de otros.

Ahora bien, en conocimiento que es erróneo gritar, insultar, degradar, perder el control y dejarnos llevar por nuestras emociones desagradables, cuando algo no sale bien dentro de la vida familiar con los hijos o con otros miembros, tenemos que plantearnos entonces ¿qué y cómo hacer para erradicar estas prácticas nocivas con las que “manejamos” los problemas familiares?

Todo apunta a que es indispensable cambiar patrones conductuales inadecuados a través de aclarar nuestras concepciones, educándonos sobre el desarrollo evolutivo de los hijos y sobre los cambios que se dan en la vida familiar; manejar nuestras emociones desagradables y poseer herramientas efectivas en nuestra comunicación. Opciones para el cambio hay en diversidad y cantidad. Existe la opción de: atención por parte de un especialista, la asistencia a grupos de apoyo, cursos y talleres relacionados con estos temas y las múltiples opciones de información que Internet nos proporciona. Es cuestión que identifiquemos que poseemos estas pautas inadecuadas de funcionamiento y obremos para eliminarlas. Nuestros hijos, la vida familiar y nosotros como padres y persona, lo merecemos.

Twitter/Instagram: @crispaz05

Foto: http://www.fmdos.cl

 

 

Cristina Paz
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2 comentarios sobre «Gritos, insultos y descalificación: partes de los problemas de la vida familiar»

  1. Excelente post. He llegado aquí después de años de ver a mi madre gritar, perder el control , y llorar desquiciadamente por un plato mal lavado o una cocina sucia. En un inicio yo reaccionaba de la misma manera, pero hace poco le planteé que quizá los demás no somos el problema, tal vez ella tiene un problema. Ella considera normal esa reacción pero como hija, ver a otras familias me ha ayudado a entender que no es algo komaty sobretodo entender que yo no quiero seguir ese patron

    1. Felicito tu capacidad de darte cuenta del patrón de reacción erróneo que posee tu mamá. Además, la decisión de no copiarlo es excelente. Es importante tener la claridad que porque en nuestra familia de origen se hayan practicado conductas poco saludables (en todos los ámbitos de vida), no es un mandato de obligatorio seguimiento. Debemos tener sentido común, capacidad crítica y sobre todo, capacidad de rectificación cuando nos damos cuenta que es un comportamiento inadecuado.

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