Getaria se asocia también con el txakolí, un vino blanco, típico del país vasco con el que se acompaña la rica gastronomía de la zona, fundamentada en el pescado y producto de caserío. Getaria, que tiene en la actualidad unos 3.000 habitantes, está situada en la costa y puede presumir de tener una de las mejores playas de Euskadi: la de Malkorbe. Ni esta, ni tampoco el segundo arenal de esta población, Gaztelape, pueden alardear de su extensión pero si de aguas tranquilas la primera y la segunda de dar cobijo a los amantes de las olas deseosos de practicar surf.
Getaria: 8 apellidos vascos
Desde el alto de cualquiera de las empinadas calles de esta localidad costera se puede observar el litoral y el puerto que, sin lugar a dudas es hoy muy diferente al que Elkano vislumbraba en su niñez. Los visitantes actuales acuden atraídos por una de las imágenes más célebres de Gipuzkoa, que no es otra que la del denominado Ratón de Getaria, un monte y parque natural cuya silueta recuerda a ese pequeño animal.
La cima de San Antón, que así se llama en realidad el monte, ha sido durante siglos la atalaya desde la que divisar barcos amigos y enemigos y uno de los mejores puntos para anticiparse a la llegada de ballenas a cuya caza, y hasta cuya extinción en el siglo XIX, se dedicaron los pescadores. Siglos hace también que lo que fuera una isla, visible desde muchas otras localidades próximas, se convirtiese en una península mediante la construcción de un brazo artificial que lo unió a tierra firme, permitiendo así acceso a pié a unas magníficas vistas de la costa guipuzkoana.
Si entre los vascos Getaria era ya sobradamente conocida, para muchos españoles fue la película “8 apellidos vascos” la que hace unos años la puso en el mapa. Es un lugarhermoso que, por si fuera poco, está adornado de una interesante leyenda. Cuenta ésta que dos damas se disputaban el amor de un joven pescador, quien no mostraba ningún especial por ninguna de ellas. Rogó y rogó al cielo que para evitar ese espectáculo al que se veía sometido le convirtiera en piedra. Sus plegarias fueron escuchadas y el pescador fue convertido en islote (el Ratón de Getaria) quedando desoladas las damas que petrificadas tambien se convirtieron en sus inseparables compañeras.
Getaria: Que visitar
Es un placer recorrer el pequeño casco antiguo de Getaria y sus viejos pero bien conservados edificios antiguos como la Iglesia de San Salvador, joya gótica del siglo XIV. Imperdonable sería no tomarse un txakoli y tomar algo en uno de sus muchos asadores y bares repartidos entre callejas llenos durante los fines de semana.
Otra de las cosas que se pueden, y recomiendo, hacer en Getaria es visitar el Museo de Cristobal Balenciaga, referente de la alta moda internacional. Cristobal, que aún siendo un niño se traslado a París donde vivió durante casi 30 años, nació en Getaria en 1895 y allí mismo murió en 1972 después de haber conquistado al mundo con sus inmortales diseños. Su revolucionario concepto de entender la moda como arquitectura textil, le llevó a crear diseños que pasado medio siglo no han perdido ni un ápice de modernidad.
Las celebridades más destacadas de la época llevaron vestidos de Balenciaga. Algunas de estas impresionantes creaciones pueden disfrutarse en este museo, ubicado en el palacio Aldemar, donde el diseñador, nacido en una humilde familia, pasó parte de su niñez.
Ese Palacio, en lo alto de la localidad fue residencia de los marqueses de Casa Torre, abuelos de la reina Fabiola, para los que trabajaba como costurera la madre de Balenciaga. Con ella aprendió el modisto a dar las primeras puntadas antes de que los marqueses se convirtieran en mentores del diseñador durante sus primeros años de carrera.
El museo, creado hace 10 años, tiene mas de 3.500 indumentarias originales, muchas de ellas lucidas por personalidades como Marlene Dietrich, Greta Garbo o Jackie Kennedy.
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Con esa imagen fui creciendo y, en la medida de mis posibilidades, descubriendo esos otros mundos relativamente cercanos. Así confirmé que estaba en lo cierto, que somos iguales y somos distintos. Que nos unen costumbres y nos separan hábitos. Que usamos los mismos condimentos y dan lugar a diferentes comidas.
Y seguí creciendo, al menos en edad. Las posibilidades para disfrutar de viajes y gastronomíahan sido desiguales en función de cada etapa vital, pero he aprovechado cada una de ellas. Y lo sigo haciendo sin dejar de ser periodista en la radio, profesión con la que también soñaba y que se ha convertido en mi sustento económico.
Lamento que por largos que sean mis pasos y larga mi vida, nunca habrá tiempo suficiente para conocer todas las maravillas que esconde nuestro mundo. Pero lo realmente terrorífico es que no sepamos conservarlas. Aprieto mi paso, planifico nuevos destinos y sigo en ello. Me queda mucho por conocer dentro y fuera de España, donde vivo. Me queda mucho por viajar, mucho por leer, mucho por vivir. Y ójala pueda hacerlo junto a mi familia, a la que quiero por encima de todo.
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