George Harris: Talento a prueba de halagos | La Nota Latina

George Harris: Talento a prueba de halagos

“La gente me dice que soy iluso porque digo que esto que estamos viviendo se va a acabar. Yo si soy iluso, y creo que soy muy optimista todo tiene un final. Siempre nos comparamos con Cuba y no creo que nosotros seamos Cuba ni lo vamos a ser. En un momento dado se va a terminar y vamos a seguir. ¿Va a ser mañana? No creo, y a lo mejor no el año que viene pero va a terminar y Venezuela va a seguir”.

Él es uno de los iconos emergentes de Miami, caraqueñísimo, pese a su apariencia teutona, de hablar corrosivo y talento a prueba de halagos. Recientemente una reputada actriz monologal le pidió a voz en cuello que la subiera a su show, el de cada jueves a casa llena en la sala Flamingo del Four Ambassador de Brickell, Miami; y sin parpadear le respondió: “No chica, el público que va a mi show no quiere nada contigo”, y siguió en lo que andaba como si nada.

Sigue hablándome del país y dice: “No creo que volvamos al pasado, va a ser diferente, pero va a ser un país próspero, donde todos vamos a poder unirnos. A los 80 no vamos a volver, no volveremos a jugar Nintendo ni Atari, vamos a vivir diferente, el país ha evolucionado. Cuando regresemos vamos a encontrar otra Venezuela. Yo si regresaría a Venezuela, ese es mi público natural, no dejaría nunca el mercado que he abierto afuera, pero si regresaría”.

El hombre show

George HarrisDe hablar vertiginoso que durante dos horas ininterrumpidas mantiene embolsillado a quienes acuden a sus presentaciones. Es un remolino que igual habla de las calamidades que deben soportar los venezolanos que desean acudir a Inglaterra por parte del Foreign Office británico, o de la violencia que padecemos en nuestro país, o de nuestras características como pueblo.

“Yo hablo de lo que nos pasa diariamente, la política como nos afecta: por ejemplo ahí tienes las colas y todo lo que pasa en ellas. Casos como el de dos mujeres descubriendo que tenían el mismo marido en la cola pá comprar leche, esa vaina nada más te puede pasar en Venezuela, porque tú estás en Noruega haciendo la cola para comprar gasolina y jamás dos mujeres se van a poner a hablar, ¡jamás!, esa gente puede nevar, puede venir un oso, lo que sea, y esa gente no se va decir: cuéntame, tu marido ¿qué hace? La noticia fue así: ellas empezaron a hablar, mira lo que estamos pasando y mi marido es chavista y yo me burlo de él y la otra, varios puestos adelante, oyó y le dijo: El mío también, me burlo y se lo digo siempre que hasta cuándo va a apoyar a este gobierno. ¿Qué hace tu marido? Mi marido es mecánico. ¡No puede ser!, el mío también. ¿Si? ¿En qué Taller? Taller Los Mangos. No puede ser, el mío también, ¿serán compañeros de trabajo? ¿Cómo se llama el tuyo? Cesar Oropeza… Botella rota, candela, fuego, gente corriendo… Era el mismo marido. Eso nada más puede pasar en un país como el nuestro.”

George Harris, primero y segundo nombre, ya que de sus apellidos no habla, ni su productora permite que se hablen, egresado en el 2002 de la escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela, donde tuvo como compañeros, entre otros, a Sergio Monsalve, Carlos Esté, Sofía Álvarez, Jonathan Jakubowicz, Alejandro Gomez, Carlos Medina… Asegura tener 34 años -¿egresó a los 21?-, y anda de vuelta de mil cosas. Desde niño quiso ser actor, por ello participó, tanto en el liceo como en la universidad, en diferentes cursos actorales, y al concluir la carrera ingresó becado a una academia de actuación de la clausurada RCTV. Uno y mil intentos para incursionar en el mundo actoral fueron en vano.   Así fue como, al sobrevenir el Paro Petrolero del 2002, recogió sus bártulos y se marchó a España.

“Decido irme a estudiar actuación, pero no me fui con ningún curso definido ni nada, me fui a tocar puertas a ver qué tal. Trabajé en todo, me pasó de todo, como pasan todos los inmigrantes y eso me tocó mucho el corazón: el pasar trabajo. Hijo único, de mamá que te lo da todo y de repente tener que irte a un país que no conocías. Yo nunca había ido en mi vida a Europa, y tener que irte allá a tratar de hacer vida, sin ninguna experiencia, ni familia, ni amigos, ni nada, a tratar de abrirte, no es fácil. Esa experiencia de vida después se transformaría en la experiencia de vida de un país completo.

En la Iberia, tal como le llamaron los griegos, no en el avión donde se fue, pasó por todo hasta que un día decidió que ya estaba bien de pasar vainas en tierra extraña. “Siempre me decían: ¿Qué haces tú aquí tío? Siempre les respondía: te voy a mandar quince días pá Macuto, después que pases quince días allá vienes me dices qué te pareció. En ese tiempo yo me consultaba con una astróloga que me dijo: si te vas a regresar de España haz el camino a Santiago. Yo lo vi como ir pá La Gran Sabana: eso es un mosquitero, una cosa, una plaga, una gente caminando con unas llagas… ¡Ay no!, qué ganas de no dormir. Pero empecé a averiguar mi broma del camino de Santiago; fui a mi charla, me compré mi mochila y todo lo que me dijeron, y todas mis cositas. La astróloga me dijo: ese es un camino donde la gente se encuentra. Yo estaba tan perdido que no sabía qué era encontrarse, cuando la gente me decía es que te tienes que encontrar, ¿de dónde?, yo estoy aquí, yo no me he ido para ningún lugar. Pero uno es cuando está perdido eso de encontrarse no tiene sentido.”

Él disciplinadamente hizo su travesía. “Llego a Santiago de Compostela, todo muy bello. Pero yo no lloré, yo no grité, no jipié, no me encontré, no sentí ninguna luz, ni el señor, ni bajó la virgen ni nada de eso. Yo no vi nada de eso, yo no fumé marihuana, yo lo que bebía era cerveza y comía callos madrileños y cositas de Galicia. No sentí ninguna revelación ni me convertí en Mazinger Z, ni nada, yo llegue a mi iglesia me dieron mi titulo de peregrino y me fui a mi casa en Madrid, pero cuando volví sentí la necesidad de presentarme. No fue una revelación, sentí la necesidad y me escribí diez puntos y me fui al bar de un amigo mío, le dije: mira yo tengo ganas de hacer un show como de media hora. ¿De media hora? ¿No es muy largo? Le dije que creía que si podía darle y me dijo: voy a buscar un escenario que tengo guardado allá atrás, te voy a poner una lucecita, voy a buscar un sonido con una corneta al lado, con su micrófono y un banquito y te pongo una cerveza. ¡Yo me sentía Seinfeld! ¿Todo eso pá mí? Me buscaron todos mis coroticos y me monté no con una cerveza, sino con cuatro rones secos porque estaba super nervioso de ver un bar lleno de gente que pagó ¡DOS euros! Y así empezó mi show ¿Quien se quiere ir?”

George HarrisAl llegar a Venezuela de vuelta hace una primera presentación “en el auditorio de la Metropolitana donde me llevan unos médicos y después me empiezo a presentar en unos barcitos, donde no me pagaban nada pero yo feliz, porque lo que quería era hablar como loco, lo que quería era hacer mi show. A todas estas yo seguía hablando era de actuar, de trabajar en una película, en una obra, en una novela, trabajar en algo que me diera la oportunidad.” Fue así como obtuvo una oportunidad en una película de La Villa del Cine, de esas llamadas de época, y casi lo sacan en parihuelas porque al desembarcar del barco en que venía “me enredé con una escopeta, bota y me fui de boca pá la playa, y ya… pero me seguía presentando hasta que en febrero de 2008 hablo con los dueños del bar En vivo, y doy inicio a mi show ya en serio. En Venezuela no entendían qué era stand up comedy, no entendían que significaba eso. Mi primera presentación grande hacia el público fue la del Trasnocho, en los cines Paseo, vino el festival de teatro internacional y se lo ofrecí a la gerente como un off festival, hacer un show, la tipa me dijo, esa fue la más cómica de todos, después que me oye toda la historia me dice: mi amor pero yo no tengo claro, ¿tú necesitas un stand pá vender algo? No mi amor, eso se llama así stand up comedy, ese es el formato, ese es el género. ¡Ah ok! Y ella misma me dijo después: no te puedo seguir presentando porque yo no entendí ese show tuyo., tú hablas de que te vas, te vienes, de una novela… Pasados seis meses me volvió a llamar y me dijo: Cónchale me dijeron que te está yendo súper bien en el Teatro bar, ¿tú podrías volver aquí? Cosas de la vida… eso pasa mucho.”

Luego de cinco años en el circuito que creó en Caracas y todo el país de nuevo decidió empezar, esta vez en Miami. “Desde el día uno me empecé a presentar acá. En un barcito chiquitico, después en otro sitio y otro más hasta que caí en el teatro Trail, casi al principito, y lo mismo que en Venezuela fueron nueve personas, después diez, once, doce trece… así. Todo el mundo me decía que eso era imposible de hacer en Miami, que aquí la gente no iba a manejar de ningún lado pá ningún lao, que atraer a la gente aquí era muy difícil, que esta ciudad estaba atomizada culturalmente, que cada quien halaba pá su lado, que a mí nunca me iba a ir un cubano ni un colombiano porque yo soy muy venezolano; me decían: ¡es que tú eres muy venezolano! Me decían los colombianos: póngale suavidad a su palabra, hable suavecito, usted dice chuchería y nadie sabe qué es eso, tiene que decir golosina suave pá que la gente entienda. Yo me decía: ¿es que la gente tiene retraso mental? ¿Qué vaina es esta?”

Asegura que en la actualidad no come cuento con nadie. “A mí se me para cualquier ejecutivo de cualquier televisora y le digo: yo creo que estás equivocado, tú tienes tu manera de pensar, tú trabajas en una empresa muy poderosa, pero estás equivocado; aquí cada quien tiene una nacionalidad y cada quien tiene una identidad y el mexicano no quiere que lo imiten, el mexicano quiere ser honrado como otra persona latina de una nacionalidad, yo no tengo porque hablar chilanga ganga porque ese es el 70%. Si eso no fuese así el Chavo del 8 nunca hubiese pegado en Latinoamérica, ni Cantinflas.”

Cien por ciento venezolano

Defiende a ultranza su venezolanidad y asegura que estamos aprendiendo a emigrar. “Nos dicen que somos sifrinisimos, que somos gente que no nos adaptamos a nada que llegamos con la pechera arriba, que todo es la comparación con el país. ¿Cómo llega la gente a los lugares? ¿Con qué comparas? ¡Con lo que viviste! Tú comparas con tu vaina… Todavía estamos en ese proceso que es muy amargo porque nos hemos encontrado y nos hemos desencontrado. Una de las cosas que siempre resalto dentro del show los venezolanos siempre nos tiramos cuando estamos fuera del país.”

Afirma que muchos de los que se van están llenos de rencor contra el país, “todos los venezolanos salimos con peos del país, a todos nos han pasado cosas, todos nos hemos sentidos humillados, maltratados, jodidos, pero eso es en todos lados, eso es la vida, como cuando te empatas con alguien, no todo termina bello, ese es el paso por la vida y hay un rencor con Venezuela que tienen que curar. Para mí el país no es Radio Caracas, ni es Globovisión, el país es su calle, su gente más abierta del mundo. En este momento todos sentimos dolor por Venezuela. A mí también me cerraron mil veces la puerta en Radio Caracas, en Venevisión, en donde iba, a mí no me dieron la oportunidad, nadie me la dio, nadie, yo hice mi propia vaina, yo la hice y por eso no odio a Venezuela por eso yo voy y voto, porque si yo no quiero a Venezuela ¿qué coño voy a querer?”

 

© Alfredo Cedeño

Tomado del blog www.textosyfotos.blogspot.com

 

Redacción La Nota Latina
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