En el país de la máxima competitividad, donde la gente se bebe el café mientras anda por la calle y los universitarios tienen prisa por entrar en el mercado laboral, la tendencia contraria empieza a arraigar. Un número creciente de estudiantes opta por tomarse un gap year, o año sabático, entre el instituto y la universidad.
Según la Asociación Americana de Gap Years (AGA), el interés en los años sabáticos — que se suelen utilizar para realizar prácticas laborales, viajar o dedicarse al voluntariado — ha aumentado en Estados Unidos. Desde 2010, la asistencia a ferias educativas sobre programas gap year ha aumentado en un 294%, según AGA.
Durante años, este hábito que nació en Reino Unido en los años 70 y ha sido común en Europa, ha sido rechazado por la cultura protectora y pragmática norteamericana. ¿Por qué mandar a mi hijo o hija a un programa de voluntariado cuando puede ir a la universidad y aprender algo ‘real’?
Un año sabático tiene beneficios. No suele enseñar a los jóvenes unos conocimientos técnicos o tangibles. Las ventajas son otras, quizás menos visibles, pero no por ello menos importantes. Fomentan cualidades sociales como la empatía, el trabajo en equipo, la independencia o el liderazgo, fundamentales para el mundo laboral actual, según opinan expertos. David J. Deming explica en un ensayo publicado por la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, siglas en inglés), que “las cualidades sociales reducen costos de coordinación y permiten a los trabajadores especializarse y complementarse de manera más eficiente”.
Según un estudio realizado por la empresa de análisis Gallup, el 96% de las universidades consideran que sus estudiantes están listos para el mundo profesional mientras que sólo el 11% de las empresas lo cree. Realizar un gap year antes de la universidad permite adquirir cualidades que ayudan a aprovechar más y mejor los años universitarios. Desde hace años, presidentes y decanos de prestigiosas universidades, incluida Harvard, recomiendan a sus futuros estudiantes que tomen un año sabático y afirman que aquellos que lo hacen consiguen mejores notas cuando cursan sus estudios de universidad.
Y los propios estudiantes parecen recomendarlo de forma unánime. En los blogs de Year Out Group, una compañía que facilita el acceso a programas estructurados para jóvenes, Emily califica su experiencia en un colegio en Kenia como “divertida, emocional, difícil, pero gratificante.”
Fuente: elpais.com
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