Cuando uno escribe enfrenta el desafío de lo que ha vivido o vive, cuánto se acerca o aleja de cómo otros han escrito, y si las palabras y oraciones más simples pueden resultar las más complicadas. En la actualidad, necesariamente uno es hipertextual, uno reconstruye desde nuevas maneras, entendiendo que la vida en sí misma no es prosa ni verso. A través de lo que se escribe, se trata de hacer un cortocircuito en el acontecer, intentando problematizar ciertas distinciones, entonces, tal vez se genere alguna forma de asombro o desconcierto a través de la forma del decir. En fin, el escrito es posible que deje escuchar todo lo que no se sabe que se escucha.
I
No el mapa del Infierno así sea con suavidad
Lejos allá atrás
la falta, el desaliento y lo caído
Desde el amanecer los colibríes de garganta rubí han estado allí cautivados por los chismes de los árboles. Cada día asignamos los pasos que daremos, la respiración necesaria para alcanzar el punto trazado. Uno se sentirá orgulloso de cierto andar, pero es posible que también quiera ocultar alguno. Uno está a cargo de lágrimas y simpatías, decide que es fugaz y que perpetuo, con qué contrasta el verde, y cómo interpreta el relato del viento y lo que silencia. No todo es simetría. No todos hacen el mismo agujero hacia la muerte o lo que se inmiscuye en el corazón o si el alma ha sufrido lo suficiente. Se puede dar cuenta de las hojas que se movieron, de las que terminaron su jornada, y uno en medio de toda esa escena. Es tarde, uno se sienta y a través de la ventana observa la despida del sol, en realidad, nuestra despedida. El otro día caminando en la ciudad entre banderas de colores y banderas de oración, se divisaron tres esvásticas negras sombreando la pared del teatro comunitario. Pero los pájaros no saben nada de esto, o si lo hacen, lo han sabido todo el tiempo. Nosotros tal vez necesitemos una vuelta a lo salvaje como nuestro vínculo con las estrellas para tener compasión por las miserias de la humanidad e inspirarnos en las pasiones subliminales que de diario aquejan. Así que ahora a mantener el ojo vigilante levantando la taza de té por encima de la niebla. El lápiz no escriba un lugar común ni palabra extraviada, no sirven para el deslizamiento hacia adelante, pero hacerlo como una flor que mira cuidadosamente la luz del sol. Entonces, empezar con un salto, porque el caos puede ser el dios de una era que puede darnos vuelta los párpados.
Al final
200 años luz de distancia
Todos vamos a entendernos
perfectamente
Y tanto detalle que no dejamos
Que no significara nada.
Que importaba el vecino chismoso
Tras el visillo
Con sus lentes agotados
Sólo sombra veía
Siempre saber dónde hemos estado. Vivimos aferrados a nuestros fragmentos, los propios y los impuestos. Mirados desde el cielo emergen, en algún momento caen, y cremados o enterrados, entonces, se disuelven en algo otro, tal vez a manera de extracto en un rescate primaveral en un gran bosque sin niebla. Son segundos en los que se atrapa con asombro lo aleatorio desde de lo incompleto. Asegúrate si es importante y lo que queda fuera. No me aburre. El oleaje parece saber lo tenso y tenue, lo que crece de la misma raíz, el alga con sus diversas apariencias y la roca donde la deposita.
(fragmento del libro inédito: “Parcialmente”)
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