La lectura del libro «Atlas de la Felicidad» de Helen Russell nos revela que las palabras sobre la felicidad humana siguen culturalmente instaladas, pero el tiempo ha desgastado su valor profundo. Ahora, energía, vitalidad, individualismo, (…), a veces desenfreno, parecen gobernar el mundo incluso en la ideologías que en algún momento quisieron instalarnos en la serenidad de lo humano. La materia simplemente parece vencer al espíritu.
Esta vida
La palabra clave: Placer. Occidente. Oriente milenario.
Luces irradiantes giran inundando los ojos,
susurrando con sus plumas escarlatas,
los éxitos individuales. No retroceden
y caminan sin disculpas porque simplemente
son el centro del sol, atrapados en su nudo
más ardiente. Las estrellas ya moribundas
que sigan en su órbita para que preguntarse
donde terminan. Carpe diem.
Es la respiración de 24 horas
que arrastra las palabras como
una pandilla de cadenas.
Tanta armadura barata para la venta
y se tiene algo mejor.
Es el teatro de largas horas.
Cada casa de paja e ideología
parecen sueños de plástico. A veces
una llamada a alguien como expiación en
un océano de indiferencia. Nos prefieren extraños.
Ayer pensaron lo humano,
Era otra historia. Ahora entusiasma más la dinamita del
momento que pareciera sacarnos
de la jaula y no necesitar humanidad.
¿Querrán volver a ser humanos
o nacer como algo más la
próxima vez o después de eso,
sin olvidar nunca el rápido destello
de una abeja que hunde sus labios en una flor,
cuando el sol deja dormir a las estrellas en llamas?
Besar una rosa si abierta,
colocar los labios
de nuevo
después de la extinción, liberar
su don.
Pintar una habitación anaranjada,
acaricia las olas con aroma humano,
es lo que el universo
espera
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