Nos movemos entre la lluvia y el arcoiris. Transcurrimos con diversas vestimentas, a menudo con dificultades para elegirlas ya sea para darnos un gusto, complacer a otra persona, complacer a los demás. Al final del día sentimos que nos atan, que nos restringen. Pero llega el momento en el que la desnudez es el instante más liberador y gratificante.
Eso sucede ahora
Se ha abierto la puerta de mi habitación
Da a una vertiente que recibe
La quietud del amanecer
Los rayos de luz fina llegan a bosques erguidos
Ondulaciones se extienden por el suelo
Nada más sucede todo el día
A lo lejos el sonido de un hacha.
No sé si la noche tendrá espinas.
El aire nunca está quieto.
Una de sus canciones la entonan las hojas,
Otra fueron los crujidos
¿antes que hubiera aire, habitó el silencio?
Ese que quiero ahora.
Demasiado tiempo transcurrido
Ahora se aflojan las ataduras de
La correa que sujetan mis pantalones
Y se desocupan los bolsillos.
Mejor me saco la camisa,
Realmente, mejor todo.
Aquí me tienen.
- El virus nos dejó en blanco, un poema de Eduardo Escalante - marzo 27, 2020
- El mal no se levantó del infierno, un poema de Eduardo Escalante - marzo 20, 2020
- Escribiendo cosas en silencio, un poema de Eduardo Escalante - marzo 6, 2020