La esencia de la palabra escrita son los ojos y el alma del lector. Uno quisiera que todo oliera a incienso acogedor.
Escribiendo para el lector
¿Qué he olvidado? Tal vez el dialecto de las nubes, la madera antigua flotante. Es posible un apóstrofe gris enroscado en el destartalado altar de mi mente sin brillo y sin plumas. Horas otoñales recuerdan otras horas con su aroma oscuro, los rastros de los insectos que lideran la partida lejos, esto debe ser un anticlímax en la naturaleza. He pedido milagros o alguna pequeña maravilla para seguir creyendo en algo y escribir Pagué el peaje para ver si mis palabras se volvían blancas y acercarme a los filamentos de cobre. Envié mensaje para que los ángeles limpien los laberintos Mis oraciones han susurrado a los insectos de oreja en oreja para lograr rizos desplegables en las palabras, olas naranjas separando hebras de miel. Tal vez incluya algunos trozos de Huidobro, aunque las mejores líneas muestra la tierra como tierra, dos veces mayor y la métrica es descabellada para contar los misterios de las noches desnudos [Neruda] No desperdicia las hierbas y las polillas atrapadas en la malla de nuestra historia, rastrilladas con un pulgar. Cuántas maneras de contar nuestras culpas /delgadas o gruesas /espinas/ dispuestas en las placas de los huesos. No olvido que también hemos sido impíos. Pero permanezco aquejado por el asombro /aunque los años sean pesados y lentos / el mundo sigue manchado de estrellas / sigo recibiendo sus visitas / insisto en los bordes y núcleos. Es un olor a océano, puede que nunca me deje El mundo se inclina sobre su eje, y nuestros días se deslizan raudos: una cosa comenzando, otra terminando, todo sentido desde dentro: dejen que entren en mí, siempre, una y otra vez
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