Uno de los primeros pasos que da el coach cuando inicia el acompañamiento de su asistido es la generación de las condiciones necesarias para que el proceso de coaching pueda desarrollarse. Es su principal responsabilidad en esta etapa.
Cuando el coach es competente creando el contexto necesario para que su asistido pueda sentirse respetado, cuidado, contenido, las conversaciones que sostendrá con él se realizarán en ese marco de confianza indispensable para abrir los caminos que el coachee requiera recorrer.
Es como cuando un agente externo desea desarrollar un proyecto en una comunidad. Si desde el principio, los beneficiarios de la propuesta no sienten la confianza suficiente de que la iniciativa responde a sus necesidades, y se obvia el cuidado necesario en los primeros pasos para preparar el terreno por donde se andará; por muchas explicaciones y esfuerzos que se realicen en el camino, difícilmente la gente se apropiará de las bondades que el proyecto pueda proporcionarles.
Ahora bien, en el ámbito organizacional pueden darse distintas situaciones que el coach maneja considerando la naturaleza de su contratación; y que acá diferenciaremos en dos posibles variantes. Si el profesional es requerido directamente por el ejecutivo, tanto si este lo ubica por su cuenta como si llega a él recomendado por un tercero, la creación de contexto se efectúa de manera directa entre ambos, sin que medie otra persona o instancia. De esta forma, prácticamente en la primera sesión, o en una reunión preliminar, el coach puede lograr esa burbuja en la que el coachee experimentará la confianza para sentirse a gusto con el proceso.
Distinto ocurre cuando interviene un esponsor dentro de la organización, por ejemplo el Departamento de Talento Humano, o incluso cuando el interés en el proceso de coaching viene determinado por demada de la Junta Directiva. En este caso, también se considerarán las razones por las cuales se requiere la intervención del coach. Estas podrían estar relacionadas con aspectos como: la estrategia gerencial de la organización, el ascenso de una figura particular en la que se necesitarán fortalecer o integrar ciertas competencias o incluso, el rendimiento insatisfactorio de algún colaborador. En estas circunstancias, la creación del espacio de confianza requerido para el coaching, pasa por alinear los intereses organizacionales con las expectativas que pueda tener el coachee en torno al proceso.
En cualquiera de los casos, e independientemente de las razones que motivan la necesidad de coaching, el coach demostrará las competencias necesarias para romper el hielo y establecer esas condiciones iniciales que le permitirán recorrer el delicado camino de cumplir su promesa al coachee y/o su cliente. Lo cual supone acompañarlo a descubrir cómo puede desarrollar su potencial empoderadora y expansivamente en un marco respetuoso, cuidadoso y confidencial.
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