En las distintas batallas que se han dado a lo largo de la historia de la humanidad, y sobre todo en aquellas en las que la libertad de un pueblo estuvo en riesgo, personas ejemplares tomaron el liderazgo, y se batieron como guerreros ante la injusticia, la opresión y la infamia.
Ellos han escrito la historia que estudiamos en el colegio y la universidad, sus nombres resuenan hoy en nuestra memoria acompañando las más grandes proezas, esas que cuando pequeños imaginábamos y recreamos en obras de teatro o en el patio del colegio, jugando con nuestros amigos, de las que nos sentimos orgullosos y que denotan una gran muestra de valor.
Los héroes y heroínas tienen una mirada profunda, en la cual su alma se asoma poderosa e inmortal, como guardando cada detalle de su vida en su espíritu, y entregando lo mejor de sí a los demás.
Su motivación no es el reconocimiento, es el amor por su familia, por sus compatriotas, por su país, palabra que encierra algo más que un territorio, una bandera, un escudo y un himno, y que ellos atesoran en lo más profundo de su ser.
Un amor infinito habitó en los corazones de aquellos que sin dudarlo derramaron su sangre, y dieron sus vidas por sus ideales, por su deseo de alcanzar algo que es para todos, pero por lo que pocos se atreven a luchar.
Aún sabiendo su condición de mortales, héroes y heroínas desafiaron con gallardía al tirano, protegieron a los débiles, a los heridos y dieron ejemplo.
Vencieron sus miedos y enfrentaron el peligro sin dudarlo, colocaron su pecho a los envites del adversario sin importar que los superara en estatura, experiencia, armas y número, instantes que quedarán para la historia, en la cual escribieron con letras doradas sus nombres, demostrando que en ellos vivía la inmortalidad.
Para algunos es un acto de insensatez exponer la vida, pero para ellos, fue el costo que estuvieron dispuestos a pagar por amor, sus vidas tienen un significado que algunos no alcanzan a imaginar ni entender.
Sus vidas marcan un antes y un después para su pueblo, porque revelan el camino a seguir cuando todo está en contra, cuando todo parece perdido, fueron luz y guía en la oscuridad.
El mayor reconocimiento a su memoria es no claudicar en la lucha, no amilanarse ante la adversidad, no rendirse ni retroceder, algo diferente a eso, sería traicionar su legado, y los ideales por los que lucharon.
Los que se han ido merecen que sus muertes no sean en vano, que los líderes que quedan no los traicionen, que aquello por lo que lucharon se consiga, y que su país y seres amados disfruten de la libertad con la que soñaron.
En ese soplo de vida en que estuvieron entre nosotros dejaron un legado de inspiración y motivación tan maravilloso que perdurará eternamente, y será contado a las nuevas generaciones con el entusiasmo y misticismo de aquellos que le deben su futuro a sus acciones.
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