El 21 de marzo de este año publiqué una columna titulada Tolerancia es Sinónimo de Generosidad, en la que exaltaba la honorabilidad–hasta ese momento–de las campañas presidenciales en Colombia.
De hecho, la primera vuelta del 27 de mayo fue calificada en el mundo como un ejemplo de democracia vigorosa, gracias a la disminución de la abstención y la ausencia de alteraciones del orden público.
Ahora bien, aunque ha habido golpes “debajo del cinturón”, todavía considero que en esta pelea no le han sacado el aire ni dejado los ojos colombinos a Iván Duque ni a Gustavo Petro.
Sin embargo, los ganchos que ellos no han lanzado, los están dirigiendo sus voceros afuera del ring, y en eso sí se igualan a los partidos demócrata y republicano en Estados Unidos durante las elecciones de 2016.
Donald Trump cumplió 500 días de gobierno el pasado lunes 4 de junio y la oposición continúa analizando su sorpresiva victoria. Leyendo sobre el tema, encontré un extenso artículo escrito por dos sicólogos, uno australiano y otro escocés, del cual el título traduce “El Atractivo de Trump: Lo que la Psicología Nos Dice“.
Según el análisis de los autores, Stephen D. Reicher y S. Alexander Haslam, el liderazgo que Trump transmitió a sus simpatizantes nunca fue acerca del carácter de los individuos como individuo. Por el contrario, el liderazgo fue sobre los individuos como miembros de un grupo. En síntesis, le otorgaron la victoria no solo al candidato, sino también a sus seguidores.
Pertenecer a un partido político con el cual uno se identifica plenamente es motivo de orgullo, pero se debe mantener la cordura debido a que despierta las pasiones más profundas y puede llevar al fanatismo.
Este comportamiento, además de la poca o inexistente tolerancia por la diferencia de ideas, es un estado de entusiasmo obsesivo que niega la realidad y traspasa los límites del respeto convirtiéndose en agresión, ya sea verbal o física.
Este principio trasciende al fútbol. El comportamiento de los hinchas de un club o una selección nacional afecta la imagen del equipo públicamente. Por ejemplo, los colombianos que en Twitter se despachan en contra de los directores técnicos europeos, refuerzan la imagen negativa de Colombia que muchos batallamos en el exterior.
No en vano, el mundo recuerda la sentencia de la que fue víctima Andrés Escobar en la Copa Mundial USA 1994.
Teniendo en cuenta lo anterior, hay una lección muy pertinente para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Colombia el próximo 17 de junio, la cual le comparto a los candidatos y sus fans: “Es más fácil cazar moscas con miel que con vinagre“.
Chistes que aluden a robarle las cédulas de ciudadanía a familiares para que no voten, tachar de cavernícolas ignorantes a las personas tradicionales, juzgar el voto en blanco y en general, mantener un tono negativo en el discurso, ahuyenta a esos independientes que tanto codician.
En otras palabras, si lo que quieren lograr es persuadir el cambio de opinión, lo que generan es antipatía o refuerzan la opción inicial. Aclaro que incluyo también a los que dicen estar respondiendo a un ataque inicial. ¡Ignorar al necio es mejor que igualársele!
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