Los invito a que recuerden el domingo 17 de junio en Colombia. Ahora imagínense que en lugar de saber quién era el nuevo presidente de Colombia en dos horas, hubieran pasado once días y todavía no se conociera el nombre del ganador. Eso es lo que los residentes del estado de la Florida estamos viviendo desde el pasado martes 6 de noviembre.
Desde 2001, las reglas de la Florida obligan el reconteo electrónico de votos cuando la diferencia entre los contrincantes es igual o menor de 0.5% y un reconteo manual si es igual o menor de 0.25%.
Lento desenlace
En el caso de la gobernación, el republicano Ron DeSantis parece ser el ganador ya que la diferencia de votos solo requirió el reconteo electrónico. Sin embargo, el candidato opositor, demócrata Andrew Guillum, no ha concedido la victoria y el anuncio oficial será hasta la próxima semana.
En el caso de la curul para el senado, la diferencia de votos entre el demócrata y actual senador Bill Nelson y el republicano y actual gobernador Rick Scott, cayó debajo del margen del 0.25%. Esto obligó el reconteo manual que se realizó entre el pasado viernes y domingo y dio como resultado la victoria del todavía gobernador.
Más de ocho millones de personas (de los estimados 20 millones de habitantes de la Florida) salimos a votar para ejercer nuestro deber ciudadano en las llamadas mid-term o elecciones que se realizan en la mitad del mandato presidencial.
Confiados en la tecnología de máquinas con sensores ópticos que leen los tarjetones y tabulan automáticamente los resultados, uno creería que las elecciones gringas están a prueba de todo. Pero no es así.
La complejidad del sistema electoral de Estados Unidos ha llevado a situaciones increíbles como el fiasco de las elecciones presidenciales de 2000. En esa oportunidad, en un país en el que más de 120 millones de personas conforman el electorado promedio de las elecciones presidenciales, solo 537 votos le otorgaron la victoria a George W. Bush pasados 38 días de los comicios.
Este fiasco electoral produjo la reforma llamada Florida Election Reform Act of 2001, la cual estableció las reglas del reconteo de votos explicadas anteriormente.
Un sistema ineficiente
No obstante, con todo y cambios, el sistema electoral de Estados Unidos es ineficiente. Como lo he escrito anteriormente, la inexistencia de partidos políticos alternos al republicano y demócrata impide que la población esté representada correctamente.
Segundo, aunque entiendo que por logística existe el voto por correo y voto temprano o early voting–esto abre la puerta a situaciones ridículas como las ocurridas en el condado Broward, en el que encontraron cajas de votos en un carro rentado en el aeropuerto de Ft Lauderdale y en el closet de una escuela de primaria días después de las votaciones.
Por último, si bien es cierto que los tarjetones electorales pueden causar confusiones, el gobierno estadounidense, en su afán de garantizar que todo voto cuenta, rescata aquellos votos que deberían ser considerados nulos por estar marcados incorrectamente.
Por el contrario, los convierten en votos legales que deben ser clasificados como overvotes (sobre marcados) o undervotes (con menos marcas).
Entonces, los oficiales del reconteo manual se tienen que convertir en síquicos que leen la mente e interpretan la intención del votante. En mi opinión, esto es una burla a la democracia.
Si hay algo de lo que los colombianos nos podemos sentir orgullosos es de la eficiencia–aparente–de nuestro sistema electoral. Si las cosas siguen así, voy a recomendar que en EEUU empiecen a votar como lo hacía mi abuelita en el pasado. Metiendo el dedo en una tinta.
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