Meses atrás vi la película denominada “Un hombre de Familia”, protagonizada por Gerard Butler, el mismo de “Ataque a la Casa Blanca”, “300” y “Post data, Te amo”. En ella hacía el papel de un astuto hombre de negocios y padre de familia, que debe enfrentarse a un diagnóstico médico el cual plantea riesgo de muerte a su hijo. Existen muchos aspectos que pudieran resaltarse de cómo es reflejado el papel del padre en la dinámica familiar, pero me voy a circunscribir a uno: su función típica y particularmente diferenciada en la mayoría de las culturas: el ser proveedor material del grupo familiar.
Desde la prehistoria, el hombre tuvo la tarea de sortear los peligros de un ambiente inhóspito, para proveerse a el y a su grupo, de alimento y vestido. Miles de años después, esta idea se mantiene casi intacta. El padre de familia debe proveer el sustento material; trabajar fuertemente para que a su familia no le falte nada. Sin embargo, lo que en muchas oportunidades ocurre, es que se entrega a su rol y se “aleja” física y emocionalmente de la familia, de sus dinámicas internas.
En la película, se hace alusión al tiempo que el actor dedicaba a su vida laboral, de la cual obtenía los recursos para sostener el estilo de vida desarrollado, pero igualmente se exponía la falta de tiempo para compartir con la familia, participar en actividades con sus hijos y teniendo poca o nula capacidad de observación de lo que le pasaba a la salud de su hijo.
Y es allí donde se expresa la disyuntiva que se le presenta al género masculino en su rol de padre de familia: procurar proveer materialmente, lo suficiente para conseguir el aprecio y valoración por ello, pero a la vez, estar presente y compartir afectivamente. Ambas situaciones compiten por el tiempo que requieren, pudiendo la dedicación a una de ellas, afectar a la otra. Sin embargo, la decisión de dedicarse a producir dinero pudiera estar favorecida, dado que la misma generará mayor centralidad y reconocimiento, tanto al interior como al exterior de la familia, aunque en oportunidades, no de una manera favorable.
Son muchas las manifestaciones de queja de los hombres, en consulta y fuera de ella, sobre el hecho de ser considerado “el banco” de la familia; siendo las expresiones que más escucha “dame dinero para….”, “necesito que pagues…..”, “hay que pagar…..”. En ocasiones aflorando la expresión de sentirse utilizados, cosificados. Sin embargo, lo consideran irremediablemente como su función y a través de ella, la expresión de su valor, prestigio y poder, pero principalmente, de su necesidad de reconocimiento.
Y es que socialmente, el masculino de la especie humana ha construido su sentido de valoración y poder en esa capacidad de “salir y traer el sustento”, quedando entrampado en una funcionalidad familiar que no siempre logra ejecutar exitosamente. Su centralidad en esta función ha quedado desplazada, debido a la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, quien, en algunas oportunidades, puede llegar a percibir mejor remuneración. No siendo el único, ni muchas veces, el mayor proveedor, debe dirigir su mirada a otras funciones que le otorguen sentido en el grupo familiar. Le toca despojarse de antiguas costumbres o posturas tradicionales, sin perder su identidad, autovaloración y confianza.
Los tiempos actuales representan, sin discusión, significativos retos al padre de familia, entre los que se encuentra la reestructuración de sus roles, su incorporación progresiva al mundo doméstico y el incremento de la expresión de sentimientos, en definitiva, una redefinición de su lugar y función en la vida familiar.
- ¿Por qué es importante la planificación familiar para el año nuevo? - enero 2, 2019
- Las ausencias en las fiestas decembrinas, ¿cómo manejarlas? - diciembre 26, 2018
- Tus regalos de Navidad llegaron antes, ¿los notaste? - diciembre 19, 2018
