El pasado viernes 20 de enero marcó el fin de la era de Barack Obama y la posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. El inicio del mandato populista presidencial más controvertido de la historia política del gigante americano, ha generado reacciones viscerales tanto de apoyo como de rechazo alrededor del mundo.
Cerca o lejos, las políticas intervencionistas de Estados Unidos los han hecho acreedores de las opiniones de millones de personas que, aunque no viven en suelo o territorio estadounidense, sienten el derecho de criticar y hasta ofender al nuevo presidente y a su familia. Aunque leí muchos insultos durante el fin de semana, hubo dos que me llamaron la atención debido a la fuente que los suscitó.
“La presentadora y “periodista” Vanessa De La Torre de la emisora Blu Radio, soltó una perla en plena transmisión de la posesión refiriéndose a la primera dama, Melania Trump en los siguientes términos: “Llegar de puta a los Estados Unidos y terminar de primera dama”.
Luego, publicó un segundo tweet en el que excusaba el delito de la prostitución diciendo: “a q haya sido dama de compañía no le veo yo nada de malo, absolutamente nada de malo“. Y como si los dos comentarios anteriores no hubieran sido suficiente, hizo un retweet de su comentario inicial poniendo como punto final la frase “El verdadero sueño americano“.
Los seres humanos somos imperfectos y cometemos muchos errores. Esa es la vida y de todo se aprende. Sin embargo, existen profesiones que tienen un deber y un grado de juicio más riguroso por parte de la sociedad.
“Un cirujano no debe salir de rumba la noche anterior a un trasplante de corazón, un abogado no debe romper el acuerdo de confidencialidad con su cliente, y un verdadero reportero o presentador de noticias no debe dar su opinión”.
La labor de un periodista es recopilar la información de un suceso por medio de varias fuentes con el objetivo de responder las preguntas qué, cómo, cuándo, en dónde y por qué para informar al público. Nada más.
Las opiniones son para los columnistas y bloggers –como esta humilde servidora–y no para las caras y las voces de la noticia quienes se han ganado la confianza de sus seguidores para estar informados.
“Muchos periodistas en Colombia y en Estados Unidos, sufren de delirio de grandeza y son prisioneros de sus egos. El poder del micrófono los ensordece y dejan de escucharse a sí mismos cuando rompen hasta las simples reglas de urbanidad”.
Actualmente, los medios de comunicación tradicionales en Estados Unidos están viviendo un amargo presente, ya que decidieron viajar al futuro y eligieron “la” presidente número 45 semanas antes de iniciar la jornada de votación.
Los medios más famosos como el New York Times y CNN–de donde los medios colombianos copian y repiten todo lo que publican como loritos mojados–han perdido la credibilidad de la población, generando desconfianza y fastidio.
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