No somos ajenos a los males que nos ocurren. Esta pandemia no es del virus en sí, sino del miedo, de nuestras formas de relacionarnos, de una falta de filosofía del consuelo, donde el otro importa, donde hay que sanar el vínculo.
El mal no se levantó del infierno
Las calles llenas de signos de interrogantes y exclamaciones.
Asteriscos que señalan distancias prohibidas entre humanos.
Línea de guiones ante alguien que tose, estallido rápido.
Un mundo que gira en dirección desconocida.
Las estadísticas necesarias.
Se escucha el latido de las redes en el aire,
furiosas en busca de información.
Cada uno tratando de completar una oración en su cabeza,
pero los ojos tartamudean, insólita la apariencia del desconocido.
Arrasa, no vino del cielo ni del infierno. Vino de nuestro mal acto de creación.
Las curvas económicas caen. Algunos aún anclados en su riqueza.
No conocíamos este laberinto. Cada uno puede ser un asesino sin quererlo.
Cada movimiento demanda una estrategia.
Callejones sin salida. Con protectores se avanza.
¿Se podrá resolver las interrogantes, las exclamaciones, los guiones en las casas?
Saber hacia dónde no podemos [no debemos] ir.
Conjurar al fantasma, dejarlo con sus antenas confundidas,
Caerá cubierto de polvo y como pedazos de escombro.
No sabe vivir el luto. Pero resucita, si lo dejamos.
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que gran vision de este nuevo mal, muy bien grafecado y muy cierto…por eso debemos cambiar nuestra forma de ser y comportarnos, la nueva conciencia debe apropiarse de nuestro ser interno y demostrar nuestros cambios de consciencias.