La niñera electrónica...Con todo respeto a la memoria de Steve Jobs, honestamente no creo que él haya premeditado la influencia que el iPad tendría en la sociedad y especialmente en los niños. Esta “máquina” se ha convertido en la niñera que siempre está disponible, a la que puedo hacer trabajar horas extras y que jamás pide un aumento de sueldo.
Sin embargo, a pesar de la conveniencia de su servicio, en las pasadas semanas tuve un encuentro cercano con los efectos negativos de este aparato en el comportamiento de mi hijo. Este hallazgo me hizo recordar algo que siempre he sabido, pero que se me había olvidado recientemente: nada puede reemplazarme en la vida de mi hijo. Quiero decir por ahora que tiene cinco años, por supuesto.
Hace dos semanas el folder diario–medio de comunicación entre la maestra y los padres de familia–regresó del colegio con dos stickers de caritas tristes porque al parecer mi hijo estaba indisciplinado. Aunque mi esposo y yo hablamos con él y le recordamos que tenía que escuchar a la profesora y seguir sus instrucciones, en el fondo pensé, “¿Acaso los niños no son inquietos?“
Llena de dudas, la semana siguiente pedí una cita con la maestra de kindergartner y la conversación se puso seria en un abrir y cerrar de ojos. Me mostró algunos ejemplos de ejercicios que mi hijo no había completado en clase porque estaba distraído y otros hechos de afán porque quería seguir jugando.
Aunque la maestra me explicó que el desorden de atención requiere mucho más tiempo de observación y el diagnóstico del pediatra y un psicólogo, cuando salí del colegio me puse en acción. Leí todo lo que encontré sobre la atención de los niños y cómo ayudarlo a concentrarse en la realización de tareas.
iPad y sus efectos
Imprimí dos carteles y los laminé para que mi niño pudiera marcar un chulito al frente de cada tarea. El primero en color rojo, para identificar las tareas de la mañana (desayunarse, alistarse para el colegio, tomar medicina para el asma y lavarse los dientes) y el otro en azul, para las tareas de la tarde después de llegar del colegio (snack, una hora de TV o iPad, repasar tareas y juego libre).
Cuando terminé de escribir el cartel de la tarde se me arrugó el corazón de culpa. Me di cuenta que por más de un mes, mi hijo había estado sobre-expuesto al iPad, ya que otras cuestiones familiares y de trabajo cambiaron nuestra rutina. Mi esposo y yo nos olvidamos de llevarlo al parque como acostumbramos y tomamos la salida más fácil; lo anestesiamos con una doble dosis electrónica.
La Internet está llena de artículos relacionados a los efectos negativos de las tabletas y los smartphones en los niños pequeños.. Estos aparatos son acusados de todo, desde interferir con el desarrollo de la motricidad y el lenguaje hasta de atrofiar la imaginación y la curiosidad.
Sin embargo, convertir las nuevas tecnologías en peligrosos monstruos o pretender vivir en el pasado es una pérdida de tiempo. El mundo ha evolucionado y obligar a mi hijo a vivir sin aparatos porque yo crecí sin ellos es injusto. Además, utilizados sabiamente, estos dispositivos desarrollan muchas otras habilidades y facilitan el aprendizaje de los niños de una manera interactiva.
Por ejemplo, a mi pequeño le encanta leer desde que era un bebé, y mucho más ahora gracias a una aplicación llamada Epic, la cual contiene cientos de libros y vídeos educativos. ¡Hasta yo me sorprendo de cuánto he aprendido sobre los tiburones! Además, el costo de los libros de papel suman en cantidad al igual que el espacio que ocupan.
La incógnita sobre las tabletas y si son buenas o malas para los niños–al igual que el azúcar–creo que tiene la respuesta clave en el uso con moderación. Así como no dejaría a mi hijo solo en una tienda de dulces autoservicio, tampoco lo dejaré solo con un iPad en las manos sin supervisión y por tiempo indefinido.
Si bien es cierto que mi hijo se divierte jugando con sus aplicaciones en el iPad, cuando le pregunto, “¿Quieres jugar conmigo?” Los ojitos le brillan y sale corriendo a mis brazos. ¡Dios sabe que no existe una mejor mecánica de cohetes o copiloto de helicóptero que yo!
En conclusión, no estoy diciendo que curé la falta de atención de mi hijo en unos pocos días; eso es algo que tengo que monitorear más a fondo. Pero, una cosa si es cierta, su comportamiento en general y la concentración cuando hacemos las tareitas del colegio han mejorado drásticamente. La “Niñera Electrónica” se tomó unas vacaciones de tres días y ahora solo trabaja una hora al día.
Gracias por leer y compartir.
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