A veces resulta aburrido y otras enervante, pero hay perfiles de seres humanos que suelen destacar porque el eje central de su existencia transcurre en torno a los derroteros de su ego. En origen, el ego no es peligroso ni tóxico porque surge para protegernos del mundo: el individuo pone límites a la sociedad. Y eso ocurre en la infancia, donde se está tejiendo la personalidad.
No es ninguna exageración la afirmación de que el ego forma parte principal de la conciencia. El problema es cuando el ego impide ser feliz a la persona que lo padece o a los que lo soportan, y eso se da cuando esos límites a la sociedad se confunden con la soberbia. Entonces comienza la toxicidad.
Pero este estado tiene diferentes caras para la psicología. Por un lado, está el sabelotodo, que cree que siempre tienen la razón y da consejos, aunque sea un ignorante. Además, está el que quiere ser el centro de atención, dominando la mesa en una reunión sin dejar participar a nadie. Este es el insaciable.
Pero también existe el interruptor: es el que necesita autorreferenciarse e interrumpir permanentemente sin dejar que nadie hable. Sin duda existen, por otro lado, aquellos que necesitan ser aplaudidos, por sentirse prestigiosos. Son muy peligrosos los envidiosos porque no soportan el éxito de los demás y siempre cortan las alas ajenas. Podríamos añadir al jinete, que pretende siempre sacar información de los demás, y al sordo, que juega a no saber o no enterarse de lo que ocurre.
El orgulloso es muy notable. Lo tienen las personas que son muy competitivas. Y de todos el más peligroso es sin duda el manipulador: es el que engaña, miente y justifica todo el tiempo, para que las cosas resulten siempre a su favor. Son los más tóxicos. Se mueven a través de la mentira siempre y justifican sus miedos y culpas sin sentido. Una persona que está todo el día justificando es una persona que trata de ocultar la verdadera razón de ser todo el tiempo.
Además, afirman que todo cuando sucede es para hacerles daño y que, por lo tanto, lo que hacen es algo justo. Esa mala fe que portan se puede equiparar con la maldad, esa actitud ética destructiva y depredadora. Suelen robar ideas y emociones, parejas, trabajos, etc. Necesitan quedarse con la vida de los demás porque en sí mismos, sin su ego, no son nada. Querido lector, cuando veas a un manipulador, este tipo de egos, huye con todas tus fuerzas.
Sobre el autor
Antonio Guerrero nació en Huelva en 1971 y reside en Almería, España. Estudió relaciones laborales, es graduado en Filosofía y máster en filosofía teórica y práctica de la Uned. Actualmente, es doctorando en filosofía en la UAL y profesor invitado en la Uned en el posgrado de detective privado. También es experto en seguridad en la UNED y posgrado en seguridad operativa en la UAB. Director, Jefe, Profesor, Perito judicial de seguridad. Por otro lado, es redactor de contenidos de la Ref (red española de filosofía) y columnista de prensa escrita en el Diario de Almería, Diario 16, etc. También ha colaborado con revistas como Filosofía hoy, Quimera, Clarín, Calicanto, La esfera cultural, Madrid en Marco; y con medios como Televisión de baleares (guionista), Cadena Indal Tv (Colaborador), y etc. Ha publicado diversos libros que se pueden ver en enlace adjunto.
Libros publicados:http://librosantonioguerrero.blogspot.com/
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