“Un bebé arcoiris es un niño que nace después de la pérdida de un bebé anterior. Es el entendimiento de que la belleza de un arcoíris no niega la ferocidad de la tormenta. Cuando aparece un arcoiris no significa que la tormenta nunca sucedió o que la familia no está lidiando con su dolor. Lo que significa es que algo hermoso y lleno de luz apareció en medio de la obscuridad de las nubes. Las nubes de tormenta pueden todavía amenazar, pero el arcoíris proveé un balance de color, energía y esperanza”.
Duelo Arcoiris…En mi proceso de vivir el duelo, me hicieron llegar un artículo de Karla Lara, (doula y editora de Mamá Natural), el cual hablaba acerca de los Bebés Arcoíris: La luz después de la tristeza. Debo confesar que no tenía conocimiento acerca de este tema. Me conmovió muchísimo el texto y me sentí tan identificada.
Perder un hijo es un proceso duro y difícil. Al fallecer mi #GranAndrés en ningún momento me replanteé ampliar la familia a corto plazo. Sólo vivía mi dolor y acudía a terapias para saber cómo sobrellevarlo. Un día comencé a sentirme extraña, había algo en mí que no era normal. Al principio pensé que era la falta de descanso, de tomar vitaminas, de dormir suficiente, y toda la montaña rusa emocional que me envolvía. Una mañana el olor del perfume de mi esposo me despertó y sentí un asco horrible y pensé: “estoy embarazada”, pero de inmediato desaparecí esa opción de mi mente, el miedo me invadió. Pero ese asco se hacía presente con más regularidad, al cocinar, al comer, al oler alimentos, aromas, etc.
Ese miedo que sentía me llevaba a leer una y otra vez el artículo de Arcoirís, uno de los párrafos con los que más me identifiqué fue con este: “Cuando se pierde un bebé parece imposible creer que existe la posibilidad de volver a estar felices o realizados con nuestra maternidad o paternidad (aun cuando seamos padres de otros hijos), porque la verdad es que cada hijo que concebimos, cuando lo deseamos, nos hace crecer el corazón y si ese bebé no llega a nuestros brazos o no se queda con nosotros, el vacío queda y la tristeza puede instalarse profundamente”.
Pasaba un día, otro y otro y la angustia me carcomía, hasta que me armé de valor y fui a un laboratorio a realizarme una prueba de sangre. Tuve que esperar hora y media para obtener el resultado. Cuando me entregaron el papel, mis manos sudaban y mi corazón se aceleró. Abrí el sobre y leí: “POSITIVO”. Mi reacción fue llorar, llorar y llorar. Cometí muchos errores. Primero le reproché a Dios “Si me ibas a mandar a otro hijo por qué te llevaste a mi chocolate”. Seguidamente, no dije nada, lo oculté por miedo a ser juzgada y criticada por no haberle “guardado luto”, por temor a perderlo. Los por qués volvieron a invadirme. Asistí a terapias, esta vez para asimilar la noticia. Era algo no me esperaba tan pronto.
Un hijo siempre será una bendición, recuerdo que mi esposo al darle la noticia por teléfono, aquí no hubo ese momento especial de salir a cenar para informarle, o un regalo que anunciara la llegada (como pasó con los dos anteriores). Inundada en llanto le dije que estaba embarazada. Se sorprendió pero su reacción fue tan serena. Le dio gracias a Dios, a nuestro Andrés porque estaba seguro que fue un regalo que nos mandó del cielo, me hizo ver que el bebé en camino era la luz, después de ese túnel tan oscuro que tuvimos que transitar, me felicitó por llevar en mi vientre a nuestro tercer hijo. Mientras yo, al otro lado de la bocina no paraba de llorar. Me sentía en el limbo. No reaccionaba ni pensaba. Yo quería tomarme un tiempo. Nosotros desde novios hemos sido una pareja planificada. Cada paso que damos lo discutimos. Nos podemos de acuerdo. Nuestros dos hijos fueron buscados y este simplemente nos agarró por sorpresa. La psicóloga nuevamente con su apoyo hizo que no me importaran las críticas destructivas, pues como bien es sabido que los que se ocuparán de los gastos del bebé seremos nosotros, así mismo el trabajo de parto me incumbe solo a mí. Es cierto que un niño no viene con el pan debajo del brazo y que la situación económica que vivimos en Venezuela no es la más estable, pero también es cierto que nadie me va a garantizar su manutención.
Anunciar este nuevo embarazo no fue fácil, especialmente porque nos agarró “fuera de base”, sin embargo no dejó de ser una noticia maravillosa tanto para nosotros como para nuestros familiares y amigos. Muchos de ustedes estarán asombrados con la noticia. Yo no me imaginaba que pasaría, era algo muy lejano, sé que algunos se escandalizarán. Este nuevo miembro llega a la familia Alfonzo Osorio y es totalmente aceptado, amado y bienvenido. Cabe destacar, que este bebé no sustituye en ningún momento al #GranAndrés, ni hará que lo olvidemos, ni ocupará su lugar, ni nos borrará el dolor de su ausencia. Al contrario, viene a complementar y bendecir nuestro hogar.
Me despido como siempre lo hago cuando escribo sobre ti hijo: “Dios te bendiga. Te amo. Un beso enorme y un fuerte abrazo que lleguen hasta el cielo”.
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