El reciente intento de asesinato sufrido por el presidente Donald Trump en Butler, Pensilvania, por Thomas Matthew Crooks, de tan solo 20 años de edad, no pude dejarlo pasar sin comentarlo. Fue, sin duda, un atentado a nuestra libertad y unión.
Se cuestiona la extraña actuación del Servicio Secreto. ¿Qué pasó? Algo turbio, oscuro, tiñe todo esto. El asesino burló el primer cordón de seguridad de la policía de Pensilvania y también la del Servicio Secreto, a pesar de que existen videos mostrados en redes de personas alertando sobre que alguien armado, y no precisamente con una pistolita de agua, sino con un potente rifle, estaba en escena y, lo peor, no se escondió. El francotirador estaba en la mejor posición, a tan solo metros de distancia, y nadie hizo nada. ¿Cómo pudo acercarse tanto? ¿Cómo es que no lo vieron si estaba de frente? ¿Cómo pudo acceder a un sitio tan privilegiado y hasta llevar una escalera para subirse? ¿Acaso la orden era hacerse los locos?
Los medios de inmediato comenzaron a difundir que era un montaje del equipo de Donald Trump. ¿De verdad? ¿Creen que un hombre como Trump se prestaría para morir inmolado? Él no está muerto porque tuvo la fortuna, como siempre, de ladear su cabeza que impidió que la certera bala no le perforara el cerebro sino su oreja derecha. Podríamos decir que está vivo de milagro. Lamentablemente, en este atroz ataque, que no debió ocurrir, otra persona perdió la vida.
Entonces, la pregunta del millón de dólares es: ¿Qué llevó a este joven a querer matar a Donald Trump? Creo que la culpa es en parte de los grandes medios de comunicación de este país que responden a agendas comunistas, han creado una matriz de opinión adversa al presidente Trump, con noticias falsas (ustedes pueden buscarlas) que lo han vuelto el malo de la película.
Con esta embestida que casi le costó su vida, Trump invalida toda la agenda que está detrás de él. Limpió sus estigmas y frenó la maquinaria de desprestigio que lo ha afectado. Él se mostró como es: un hombre valiente, de profundas convicciones, que ama a su país, coherente con lo que dice, siente y piensa, que no tiene miedo y que no teme morir por sus ideales. Cuando era levantado, aún aturdido y sangrando, dijo con la mano levantada la frase que pasará a la historia: “Luchen, luchen, luchen”. ¿Por qué luchar?, por la libertad que en estos momentos pende de un hilo.
En cambio, Thomas Matthew Crooks, reconocido como un excelente estudiante, está registrado como republicano, pero hizo un aporte a la campaña de Biden. Sin embargo, en videos posteriormente difundidos, aparece diciendo que odia a Trump y a los republicanos. Es posible que la repetición constante de mensajes de odio pudo influir en él, no lo sabremos como tampoco ¿Quién realmente está detrás? ¿Quién o quiénes le lavaron el cerebro? ¿Quién le dio la orden para que apretara el gatillo? Definitivamente, con la facilidad que se movió, solo no actuó. Estas preguntas no serán contestadas por Crooks porque está muerto y la pieza que aún falta en este rompecabezas quedará incompleta.
Entonces, Marybel, ¿de qué lado de la acera estás? Siempre nos hemos preguntado por qué a los liberales se les llamaba la izquierda y a los conservadores la derecha. La respuesta la encontré este versículo de la Biblia, ese libro al que siempre hacemos referencia que dice lo siguiente. “El corazón del sabio se inclina hacia la derecha, pero el corazón del necio hacia la izquierda”. Eclesiastés 10:02
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