Aunque se graduó de ingeniero industrial y amaba su carrera, un suceso cambió su vida y la sumió por 10 años en depresión profunda. Hoy nos enseña cómo aprovechar esa oportunidad para renacer y reinventarse.
Sentada con un vaso de agua en las manos y una sencillez en la mirada que más bien pasma, Glenda nos está esperando en el lobby de un hotel de Miami. Como siempre, yo llego azorada pensando que estaba tarde, pero según la hora pautada de mi cita, más bien –y raro en mí- lo había hecho 7 minutos antes.
Amable. Amabilísima más bien. Suave y fuerte a un tiempo, Glenda no se me presenta como la escritora de un libro que huele a Best Seller, sino como una mujer que pasó por muchas cosas antes de decidirse a compartir con las teclas toda esa experiencia. “Fueron 10 años de depresión”. Y 10 años es un tiempo larguísimo para no sentirse y estar feliz.
De cómo llegó ahí
La depresión más que una condición o una actitud que toman ciertas personas, es una enfermedad y como tal hay que tratarla. Es lo primero que se debe que saber antes de comenzar a desgranar la conversación con esta autora. Glenda se graduó en la universidad y ejerció su carrera como ingeniero industrial pues amaba lo que hacía. Por algo lo estudió, claro está. Pero un día no solo dejó de estar enamorada de eso y allí comenzó su calvario.
“Mi depresión provino de un factor externo, como suele suceder en la mayoría de los casos. En el mío, el detonante fue un emprendimiento fallido en donde no solo estaba involucrada yo, sino que también estaba llevando consigo en ese fracaso a mi esposo y a mi mamá. Pasé 10 años siendo otra persona, porque cuando te deprimes no eres tú mismo”.
Pérdidas económicas importantes y la ‘culpa’ de arrastrar a quienes amaba junto con su sueño fue demasiado para ella. Comenzó a sentirse triste, sumida en un agujero inexplicable del que no sabía como salir. Pero la depresión no solo es un problema que enfrentas con el primero que te encuentras. Lo esencial es diagnosticarlo y estar claro que se padece y luego dar con los profesionales indicados para poder salir del hoyo.
“Yo tenía siempre muchas ganas de llorar. Y llegó un momento en que la situación se me fue de las manos. Entonces, junto a mi familia decidí buscar ayuda profesional”. Sin embargo, ir al psiquiatra y tomar medicamentos no siempre es la única solución. “Si no sabes lo que te pasa y entiendes la enfermedad que tienes, no sales de ella”.
Cuando Glenda se sentía mejor gracias a la medicina y a las visitas al médico, dejaba atrás las pastillas y pensaba que todo estaba superado. Mentira. Las recaídas son siempre peores. Y así le pasó una y otra vez.
Este círculo vicioso en el que daba vueltas sin cesar como un ratón de laboratorio duró casi 6 años de ese período de una década en el cual padeció de depresión. Un buen día de 2010, dio con una psiquiatra que cambiaría su historia.
“Comencé a hacer psicoterapia y allí me di cuenta de todo el tiempo que había perdido. Me recetaron exámenes y estudios de laboratorio para determinar mis niveles hormonales, que aunque la gente no crea o no sepa, pues hay mucha ignorancia y falta de información alrededor de la depresión, tiene mucho que ver con esta condición. Mis niveles de prolactina estaban elevados –y si no estás embarazada no deben estarlo, pues no necesitas producir leche- y tenía irregular mi glándula tiroidea. Entonces me diagnosticaron dando en el clavo: tenía depresión endógena”.
Para aclarar el punto, se debe decir que ‘la depresión endógena puede ser de leve a severa dependiendo de la persona. Los síntomas también pueden ser variables, pero por definición afecta a las respuestas biológicas. Aquellos que sufren depresión endógena puede producir aislamiento social, tienen problemas para concentrarse y sentirse nervioso. La fatiga también era considerada un síntoma común y el paciente podría perder interés en actividades que antes eran placenteras. La depresión endógena conlleva una bajada de rendimiento en el trabajo y los enfermos pueden presentar tendencias suicidas. Los pacientes pueden experimentar ira o irritación sin una razón aparente’ (tomado de www.ladepresionendogena.com).
“Hay que decir, sin embargo, que muchas de las depresiones que sufrimos los humanos tienen que ver con que nos enganchamos con pensamientos errados. Nos hacemos una telenovela en la cabeza que no se ciñe en nada con nuestra realidad. Y eso nos deprime. Y mucho. Hasta el momento de encontrar a mi última médico –que por cierto doy gracias a Dios por haberla puesto en mi camino- mi vida había avanzado, había salido de las malas rachas, pero la sensación de vacío no se iba”.
Ya con un diagnóstico certero, con bajas dosis de medicina y con psicoterapia, que fue la guinda del postre de su curación, Glenda comienza a interesarse en la depresión como enfermedad, como problema, como su problema. “Es allí cuando decido que todo lo que yo había pasado no podía caer en saco roto, que había allí una historia que podía contar. Y que tenía que hacerlo”.
A escribir se ha dicho
Un año después de comenzado el tratamiento de psicoterapia y mucho más tranquila y feliz, Glenda comenzó tarea de escribir su experiencia para compartirla. “Pero no era escribir por hacerlo, también experimenté cosas que me ayudaron a cambiar mi vida. Descubrí los beneficios del ejercicio físico, la conexión con el Yo interno a través del Yoga y la meditación como punto focal para el encuentro conmigo misma”
Además, antes de comenzar a escribir cada una de las 243 páginas de su libro, se leyó unos cuantos que la ayudaron a dar el gran paso. Allí estuvieron de cabecera en su mesa de noche, los textos de ‘El Poder del Ahora’ y ‘Una Nueva Tierra’ de Eckhart Tolle e ‘Inspiración’ de Weyn Dyer. “En ese punto yo me dije: tengo mucho que compartir de mi propia experiencia. Voy a hacerlo”.
Sanar es una elección
Sin tener la menor idea de cómo publicar un libro, Glenda se sentó un buen día y comenzó a echar su cuento capítulo a capítulo. Cuando ya lo tenía bastante listo, no sabía qué hacer con él, pero como en la vida siempre hay buenos amigos, una suya le explicó el paso a paso y en 2010 la primera edición de obra estaba de venta en Amazon.
Se vino de Chile a Miami, pero antes del viaje se puso en contacto con Eli Bravo, director del portal www.inspirulina.com, pues tenía la muy firme intención de comenzar a hablar de lo que ya no era su enfermedad, sino un tema que la apasionaba. Entonces, desde su blog www.sanaresunaeleccion.com comenzó a publicar con frecuencia.
Ya instalada en West Palm Beach, ella y Eli siguieron en contacto y el periodista quiso inaugurar su casa editorial “Ediciones Inspirulina” con la obra de Glenda. Así, a partir de este 20 de mayo el libro ”Sanar es una Elección” estará disponible para la venta.
El libro de Glenda relata su propia historia y vale la pena leer letra por letra cómo ella, más allá de lo que encontró como terapias externas, logró superar su depresión echando una mirada hacia su interior. Como dice la contratapa de la obra que lanza Ediciones Inspirulina: “Este es el testimonio de un proceso, y a la vez, es un estudio de primera mano que abarca desde las causas de la depresión hasta el poder de la espiritualidad”.
Glenda, la suave y fuerte, cierra la entrevista con una frase digna de repetir. Nos dice “la depresión puede ser una puerta a un mundo nuevo, al mundo donde somos capaces de descubrir lo mejor de nosotros mismos. Una puerta donde puedes cerrar ciclos y reencontrarte con lo que siempre quisiste ser”.
Minín Arévalo
Coordenadas de Glenda Travieso:
@gatravieso
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