Hace un par de semanas conocí a Catalina, la prima de una de mis amigas de Colombia quien estaba de visita para asistir a una conferencia en Orlando. Además de ser bonita y simpática, es una exitosa profesional de casi 30 años y especializada en el exterior. Como diría mi abuelita, un buen partido.
Luego de un par de minutos de conversación le pregunté si estaba saliendo con alguien, a lo que ella respondió con una carcajada. Al ver mi cara de confusión, se tomó la molestia de explicarme lo que las mujeres solteras–según ella entre los 28 y 40 años de edad–están experimentando actualmente en su vida sentimental.
Lo primero que Catalina me aclaró fue que durante los pasados dos años, rara vez ha salido con un hombre que haya conocido por casualidad o por medio de amigos. Hoy en día busca pareja como si estuviera buscando apartamento, por medio de aplicaciones para smartphones. Y ella no es la única.
Tinder es una de las aplicaciones más populares en el mundo, avaluada en más de 3 billones de dólares. Según las estadísticas más recientes, cuenta con más de 50 millones de usuarios activos al mes de los cuales el 79% son millennials o personas nacidas entre 1981 y 2004.
Teniendo en cuenta que estas aplicaciones y las redes sociales cambiaron la manera como las parejas se conocen, de igual forma alteraron su comunicación minimizando el contacto personal.
Hoy en día, las citas para cenar, ver una película, decir te quiero y hasta para terminar dicha relación se hacen por medio de un mensaje de texto. Por esta razón, una simple llamada ahora es considerada casi una agresión a la privacidad.
Según ella, aunque algunas mujeres también lo hacen, los hombres en su gran mayoría han sabido aprovechar la nueva dinámica de las relaciones digitales para perpetuar la falta de compromiso y jugar con los sentimientos no solo de una sino de varias parejas al mismo tiempo.
Tal es el descaro, que dentro de las mismas comunidades de las aplicaciones, se han creado círculos de solidaridad entre las mujeres para denunciar a los perros empedernidos y reducir el impacto de su engaño.
Ahora bien, una vez los enamorados superan la fase de la conquista y establecen una relación “exclusiva”–es decir que no salen con nadie más–cada pareja debe enfrentar el bombardeo de la vida social de la otra en Facebook e Instagram y todo el drama que ésta acarrea.
Si antes los celos eran provocados por una acción, hoy en día son causados con un simple comentario en una foto. Al parecer los emoticons de corazoncitos y besitos están causando terremotos en las relaciones y hasta los psicólogos crearon una nueva categoría de infidelidad llamada “microcachos”, según el artículo publicado por Semana el sábado pasado.
En mi opinión, la verdadera causa de las relaciones fracasadas es la superficialidad y el narcisismo de los individuos. Hombres y mujeres han creado un clon con la vida perfecta y lo proyectan en sus perfiles en línea. Nadie se deja conocer de verdad.
Mi novela favorita de Gabriel García Márquez es El Amor en Los Tiempos del Cólera. Además de la complejidad y riqueza de los personajes, lo que más me gusta es que el amor entre Florentino Ariza y Fermina Daza empezó con las hermosas cartas que él le escribe a su amada.
Entonces, no importa cómo se conocen o se comunican las parejas. El amor ha sido y será siempre imperfecto. El problema es de quienes quieren hacerlo perfecto.
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