Un significativo porcentaje, 35%, de trabajadores en Estados Unidos deja su empleo en los primeros seis meses debido al síndrome que se llama “odio al trabajo”.
¿Odias tu trabajo y no puedes renunciar? ¿Sabías que ? Hay un síndrome que se llama “Odio al trabajo” y sucede a menudo, cuando se acepta una oportunidad laboral más que todo por necesidad económica, que se resiente porque no representa la verdadera oportunidad de hacer lo que sinceramente gusta.
Con seguridad muchos no pueden renunciar a la primera si les costó trabajo encontrar ese empleo o tienen un fuerte compromiso económico, como cuando se es sostén de una familia. Para otros, la consideración radica en tener estabilidad y demostrarla a la hora de presentar un currículo vitae más adelante.
Pues los expertos en asesoría laboral aconsejan examinar bien la situación. ¿Qué es lo que realmente molesta? ¿Un jefe, un colega, el desconocimiento de la labor en sí, o es algo personal? Puedes estar disconforme con otro aspecto de tu vida y no lo has reconocido. Así que sí ese es el caso, renunciar más bien puede representar un retroceso en tu carrera profesional.
Qué debe hacerse
Si la cuestión es que necesitas aprender nuevas destrezas o fortalecer áreas de desempeño, los beneficios podrían ser mayores quedándote. Esfuérzate en abrirte a la oportunidad de cultivarte en nuevas áreas. Ahora si en este empleo que te hace sentir infeliz no estás aprendiendo nada, o sientes que no contribuyes con mucho, ofrécete a colaborar con otros en proyectos. Eso generará interés hacia tu persona, te brindará la oportunidad de participar en algo diferente y a la larga será experiencia que fortalecerá tu currículo vitae. También podría llamar la atención de tus superiores y conllevar a un cambio de posición dentro de la empresa.
Otra opción es mostrar sinceridad sobre el descontento con los superiores. Muchas veces los cargos no están plenamente definidos y cuando se te hizo la oferta laboral faltaron cosas por cuadrar. Todo se puede mejorar. Quizás te sorprenda que tu jefe esté dispuesto a mejorar tus condiciones, a darte el entrenamiento que necesitas o a cambiarte al área en donde respondas mejor. Que no te sorprenda la flexibilidad.
Un aspecto fundamental es considerar que el cambio implica adaptación. Un nuevo trabajo constituye un reto: seguro enfrentarás un horario diferente, cambios en el tiempo para almorzar, o más horas para transportarte, elementos que debes considerar. Si odias tu nuevo trabajo, quizás sea que no has logrado adaptarte al nuevo ritmo que se te impone. Es importante que te planifiques, que organices tus actividades diarias para facilitarte las cosas.
Lo que se recomienda es que al menos permanezcas esos primeros seis meses. Tómalo como una oportunidad de aprendizaje y de tolerancia. Si nada mejora, pues, entonces proponte encontrar vías diferentes para alcanzar el trabajo ideal.
Motívate, hazte unas tarjetas o algo personalizado y con ellas ve a eventos que te interesen y comparte, conversa con otras personas. Plantéales que te gustaría cambiar de rumbo y quizás te puedan conectar con alguna oportunidad interesante. Habla con amigos, con familiares, sabiendo de tus necesidades podrán estar pendientes por si surge información que te conduzca a lograr tus objetivos.
Inscríbete en algo diferente, como un gimnasio, clases de arte, literatura o en algún grupo de cocina, o toma un curso en áreas que te permitan extender tus habilidades. Compañeros, profesores y hasta las mismas instituciones pueden aportarte la información que requieres para optar por un cargo diferente. Lo importante es no quedarse de brazos cruzados, lloriqueando y lamentándote. Asume el control de tu vida.
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