Dilemas familiares: ¿Cuánto de video juegos es adecuado en la vida de nuestros hijos? | La Nota Latina

Dilemas familiares: ¿Cuánto de video juegos es adecuado en la vida de nuestros hijos?

 

Existe un nuevo enemigo a quien le damos entrada en la casa y poco a poco, se apodera de nuestros hijos. Ellos son los video juegos. Ese nuevo villano responsable de que nuestros hijos sólo piensen en él, que los niños no quieran hacer sus deberes escolares y menos los familiares, que no quieran compartir con la familia y hasta se olviden de ir al baño. Es tan grave la dimensión del problema que el gobierno de China lo considera una adicción y ha establecido planes de tratamiento para abordarla. El mundo científico en occidente, le está catalogando igualmente como una adicción no relacionada con alguna sustancia. El nombre propuesto es “Trastorno de juego en internet”, siendo una condición que estará en la nueva clasificación de trastornos mentales, de la Organización Mundial de la Salud, en la edición a salir en el año 2022.

No niego la realidad y gravedad del problema, sin embargo, mi pregunta se dirige al inicio de este. ¿Es que acaso los video juegos llegaron de repente a nuestras casas y por si solos? La respuesta, por supuesto, es NO. Ellos no llegaron solos ni se presentaron por sí mismos a nuestros hijos. En la mayor cantidad de los casos, llegan envueltos en preciosos envoltorios como recompensa a un esfuerzo o regalos de alguna fecha especial, pero una buena parte de las veces, por exigencia de los niños o regalos espontáneos de los padres, quienes consideran que ya deben iniciar la “alfabetización” tecnológica de sus hijos.

Está claro que los videojuegos se han convertido en la nueva forma de entretenimiento que conecta a las jóvenes generaciones. Ha sido también una solución a la disminución del tamaño de los hogares, la falta de espacio para juegos al aire libre, el escaso tiempo para dedicarles a recreación de nuestros hijos y “el sedante de última generación”. Pero como comúnmente ocurre, cada nuevo invento humano es dañino en exceso y siempre, pero siempre, va a depender del uso que hacemos de él.

Investigaciones como las de Kowert (2018) y Garnic, Lobel & Engels (2014), apuntan a beneficios ofrecidos por los videojuegos como: ayudar a las habilidades del trabajo en equipo, estimular la creatividad, las relaciones interpersonales e inclusive, la concentración y el análisis. Estos investigadores abogan por un equilibrio en la valoración de este producto humano.

La idea no es darle la espalda, desterrándolo de nuestras vidas. Sin embargo, se presenta el dilema: ¿cuánto de video juegos es adecuado para nuestros hijos?

Dilemas familiares: ¿Cuánto de video juegos es adecuado en la vida de nuestros hijos?Como siempre, el sentido común, la moderación, el establecimiento de límites y el modelaje son mis sugerencias fundamentales. Hablo de sentido común en el caso del momento de hacer a nuestros hijos partícipes de este tipo de dispositivos, en cualquiera de sus versiones. No hagamos como la mamá que nombré en artículos anteriores, que le dio el celular a su bebé de aproximadamente 6 meses. Todo tiene un momento y no creo que los años preescolares sean los mejores. Los dispositivos de juego deben ser entregados cuando los niños estén en capacidad de usarlos y manejarse ante ellos, no importa que el juego indique que puede ser apropiado para menores de 5. Favorezcamos a esa edad los juegos manuales y en grupo.

La moderación va acompañada del establecimiento de límites. El mismo día del regalo se empiezan a cumplir las normas de uso, que deben ser establecidas cuando se maneje con los niños la posibilidad de tener un dispositivo de juego. Es aquí cuando la anticipación, la comunicación clara y directa, darán lugar a acuerdos concertados que evitarán problemas posteriores. Muchas veces somos los adultos quienes, en un impulso, compramos el dispositivo y siguiendo la cadena emocionalidad-impulsividad, entregamos el aparato sin mediar conversación o acuerdo alguno. El niño debe tener horario de uso y conocer que es un medio de recreación seleccionable entre otros, para determinados momentos. Del mismo modo que no está durmiendo o comiendo todo el tiempo, de la misma manera, ocurrirá con su tiempo de juego.

Por último, pero no menos importante, el modelaje. Insisto, no podemos pedir a nuestros hijos lo que nosotros no hacemos. Si usted va a regular el tiempo de su hijo con los video juegos, revise su tendencia en el uso de dispositivos: celular, computadora o televisión, que son los más utilizados por los padres. Si usted no es moderado en el uso, si tiene sus dispositivos casi adheridos a su cuerpo, ya ha modelado esta tendencia en sus hijos, por tanto, queda trabajar usted, sus propios límites, para demostrar a los más pequeños el modo de uso. Por otra parte, respetar los tiempos de intercambio, por ejemplo, que no haya dispositivos en la mesa durante las comidas, es una de las mejores medidas.

Por si mismo, ningún invento humano es negativo. Inadecuado es el uso que los humanos hacemos del mismo. Los padres somos los rectores de la vida familiar, quienes predominantemente introducimos nuevos elementos en ella. Evaluemos cómo y cuándo, antes de hacerlos partes de nuestras vidas, de este modo, habrá mayor probabilidad que sean un aporte y no un problema.

 

Cristina Paz
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