Si hay algo que enmudece y arruga el corazón, además hace brotar lágrimas es ver a un niño, en diciembre, pidiendo, sin zapato y con ropita maltrecha. Así abundan por las calles de la ciudad, otros sin rumbo fijo, la pobreza los alcanzó y no hay quien acuda a socorrer a estas criaturas.
El desmembramiento de los sentimientos más humanos también fue importado desde la Cuba castrista-comunista y diabólica hacia Venezuela, hoy convertida en un patio de cachivaches, donde no se saca nada bueno.
Los niños de Latinoamérica merecen respeto, dedicación y amor. Un siniestro comandante en sus habladurías populistas aseguró que en Venezuela se acabarían los niños de la calle, hoy hay menos calles y más niños pululando sin comer, sin calzado, sin hogar, sin estudios y con una carga impuesta sobre sus hombros.
Las festividades en diciembre se apagaron, pero hoy es un reto para cada venezolano y en cualquier hogar del mundo, fortalecer el espíritu con la ayuda de Dios, emprender el nuevo año 2016 con mejor ánimo, firmes en las próximas batallas que serán libradas por hombres, mujeres y niños, hijos del planeta y dueños del futuro.
Debemos abrir el corazón a la consolidación de la paz, única arma para derribar a los que pretenden excluir a otros semejantes porque no han tenido las mismas oportunidades o la vida no les brindó riquezas. En poco tiempo veremos a los camellos pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar inútilmente al reino de Dios.
Cada quien tendrá realizado su resumen anual de lo que hizo y dejó de hacer, de lo que dijo y el silencio que guardó cuando era necesario hablar. Pero ninguno se salvará de haber dado la espalda a un niño en la calle.
En Estados Unidos con Trump y en Venezuela con un grupo de impostores intentando dominar la vida de seres humanos, tenemos el claro ejemplo de lo que no debe prosperar en una sociedad con mentalidades estrechas y corazones repletos de odio y desprecio.
Cuando eras niños te emocionabas con la alegría del mes, la llegada de los juguetes, regalos, comida y días prolongados para celebrar. Aquellos que fueron niños se volvieron adultos y son los mismos que ahora no le tienden la mano al niño del futuro, por eso diciembre duele en el corazón.
Seamos conscientes, en Navidad como en Año Nuevo, hay niños en la calle, ellos merecen nuestra atención y por una vez en los 365 días del año, hay una razón o un motivo para convertir los ojos apagados en una sonrisa que ilumine el rostro de un niño. Te reto a que hagas el experimento y ayudarás a enfrentar la soledad de un niño. No les robemos sus ilusiones.
Felicidades para los que sienten. La recompensa la obtendremos en 2016.
@susanamorffe
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