Girando atento en un mundo que se vuelve inhóspito.
Déjà vu
Miles de minutos mirando hacia arriba.
La era es daltónica por lo que no puedo ver el cuerpo en el traje de noche.
La escena tiene música parecida al después de
una lesión en la cabeza o un derrame cerebral.
El viejo mundo florece como puño enjaulado, alimentado por fuerza ciega,
y a nosotros nos golpea la raíz con lujuria. Visto desde adentro,
el día afuera resulta caótico, y no sé si deliberado,
aparentemente lleno de viejas vestimentas
como para ir para una fiesta con música surrealista.
Nadie nos había dicho que eso podría suceder.
Al menos un experto lo consideró un mero presagio.
El resto asumió que era parte de la ciencia ficción.
Pero, muy pronto, algo se movió en la oscuridad,
cerrando el aire con dientes afilados y un erotismo singular,
que hace que las pesadillas en los sueños sean miniaturas de corto alcance.
Se desató sobre nosotros el espectáculo del naufragio,
la turbulenta doble hélice de la moral, y la brillante mancha en la caverna.
Ahora sabemos el porqué ningún camino civilizado está muy acerca.
Permanecer en las trincheras. Revivir la voluntad como si se estuviera compuesto de empatía.
Sueño que nunca volveré a cerrar los ojos, y esta vez puedo verlo.
Escuché una campana a través de la sangre.
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