Crecimos leyendo libros. Algunos leímos libros baratos que venían con algún semanario, o leímos los que compramos de segunda mano donde algún viejo coleccionista. Nuestros ojos se entusiasmaron con Doña Bárbara, Martín Fierro, Niebla. Después vinieron los booms y me tropecé con El coronel no tiene quien le escriba. En algún momento, algunos empezamos a escribir. Aquí va un escrito.
De visita a la librería
la librería está llena de lectores, hay nuevos títulos.
se ha agotado el “Himno al Malbec”, tan exquisito es el olor a uva
de solo leer el título uno se embriaga; quedan bastantes ejemplares
de la “Bruma de la tristeza”, se filtran por las tapas nubes, anuncian tempestad; solo un ejemplar de la “Tela de araña” que consume alegrías, está muy hojeado con dedos sucios tal vez los lectores se enojaron; el “Mar celebra la ceremonia de las risas” y “Las arenas que confiesan”, están en vitrina, son best sellers; el “Nacimiento inesperado de la verdad” provoca alarma en los lectores, nadie ha preguntado por qué contarla; el “Desnudo de la pasión” está por llegar, los lectores tienen lentes de aumento; la “Noche de los rieles oxidados” y el “Vendaval de los reparos”, la tiene un lector en sus manos, la oculta; “El Viejo que confundió a su botella con una princesa”, espera a un selecto lector, llega en las tardes.
a las dieciocho horas se presenta la novela corta: las “Huellas del pasado se borran lamiendo helados”; se augura lleno repleto.
Lees en tu cama ….
leo para vivir. Vivo en la escritura
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