A nivel personal la acción constituye el ser. Todo lo que hace un individuo contribuye a construir su identidad en el contexto donde se desenvuelve. En el mundo organizacional, el accionar de un equipo refleja lo que es capaz de alcanzar en el ámbito de su influencia. Se podría decir que en una empresa la suma de cada hacer individual es lo que permite el accionar conjunto que define los resultados que se buscan como equipo.
Cuando se trasciende el ámbito individual y se juntan dos partes para lograr algo, eso que se desea generar puede depender de dos posibilidades: la primera, una de las partes tiene la capacidad de hacer o dar algo para satisfacer la necesidad de la otra, por lo que se constituye en oferta. La segunda, en vista de que para el logro de determinado objetivo falta algo, entonces una de las partes solicita a la otra eso que requiere para obtener lo que necesita. Se pueden ilustrar ambas situaciones al pensar en una empresa de consultoría que incursiona en el mercado para aportar su experticia a sus clientes, brindando su oferta; o cuando, por ejemplo, en el departamento de ventas se requiere del apoyo del equipo de informática para solventar inconvenientes con el sistema de facturación, haciendo un pedido.
Cada uno de estos casos se relaciona con dos actos del habla específicos para coordinar acciones con los demás: ofertas y peticiones; haceres claves para el mundo organizacional en el que cada vez más la interconexión de las personas les exige ser competentes coordinando actividades con el fin de lograr objetivos conjuntos. Si ello se mira desde la óptica del mercado, podría considerarse éste como un conjunto de factores cuya relación aporta o demanda determinados productos y/o servicios que se disponen o requieren para satisfacer la necesidad de quien oferta o demanda.
Ahora bien, para que en la práctica cada una de estas posibilidades de acción se concrete es necesario el desarrollo de un ciclo particular que propicie el conjunto de pasos conducentes al logro de la meta deseada. Y en cualquiera de los casos, el ciclo se inicia cuando una de las partes declara: sí, yo quiero eso que tú me ofreces; o sí, yo puedo darte eso que tú necesitas. Es decir, cuando teniendo claridad en las condiciones mutuas de satisfacción, se establece el compromiso necesario para que ejecutar eso que ambas partes desean ocurra.
Entonces, para que una parte y otra puedan encaminar sus intereses en favor de un resultado determinado, es fundamental que se establezca una promesa. Otro acto del habla que refiere a la capacidad humana de responder con impecabilidad a los compromisos adquiridos con otros, valga decir, a cerrar los ciclos que se abren cuando ofertamos o pedimos, produciendo el producto inicialmente acordado.
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