Daniel Posse envió desde Argentina su cuento “Alquimia”, con el cual se alzó con el primer premio de nuestro concurso “Cuéntale tu cuento a La Nota Latina” edición 2022 en la categoría internacional, lo que para este profesor de lengua y literatura significó volver a estar en carrera. “Si bien yo llevo muchos años en este sueño, en esta profesión, pero la pandemia y otras circunstancias personales me habían situado en una cierta invisibilidad momentánea, de la cual me estaba costando salir. Entonces aparece este concurso, este premio, que me da las fuerzas y las ganas de romper la inercia y volver al ruedo”, expresa.
Para escribir “Alquimia”, Daniel se inspiró en una receta de su abuela. En una charla con su madre, tocaron el tema de las comidas y salió a colación un plato tradicional llamado “pastel de novios”, que solo se hace para los casamientos; además, es una receta que se transmite de forma oral en las familias. Decidió usarlo como hilo conductor para contar una historia, con la cual comparte la magia que habita en la cocina, donde quien está al frente de los fogones es una suerte de alquimista.
Daniel supo de nuestro concurso por la página escritores.org, en la que publican una lista de los concursos literarios de habla hispana. Considera que este concurso es una herramienta vital en la reafirmación de la identidad cultural e idiomática de millones de migrantes hispanos en los Estados Unidos.
NL— ¿Qué posibilidades te abrió concursar en “Cuéntale tu cuento a La Nota Latina”?
D.E.P— Concursar me abrió múltiples posibilidades. La primera, entender que sigo en el sendero correcto. La posibilidad de volver a tener prensa, sobre todo en mi país, donde en los últimos meses muchos medios me entrevistaron. Me brindó la posibilidad de publicar en los Estados Unidos. Varias editoriales de mi país, que antes no me brindaban respuesta, ahora me invitan a negociar la posibilidad de publicar con ellas. Ser reconocido y conocido en el mercado hispano de los Estados Unidos y de otras ciudades de países de habla hispana. Que mis obras sean más leídas, compartidas, consumidas. Ser valorado y reconocido aún más en mi tierra. Por ejemplo, la legislatura de San Miguel de Tucumán, de forma unánime, me declaró “Ciudadano destacado de la cultura”. El ser reconocido por los tuyos y tus pares, a veces es lo más difícil. Siento este premio como una caricia al alma, a tu esfuerzo. Se siente muy bien y sobre todo siento que nací para escribir, para contar cosas y que este don es un regalo.
NL— ¿Cómo fueron tus comienzos en la escritura narrativa?
D.E.P— Lo primero fue escuchar los relatos de mi abuela materna Asunción Varela mientras cocinaba, porque ella fue una narradora extraordinaria. Después, las lecturas de escritores como Horacio Quiroga, Edgar Alan Poe, Octavio Cejas, Jorge Namur, Gabriel García Márquez, Borges. Los iba leyendo, y jugaba a querer narrar como ellos. Primero lo hice con la poesía, en la que me inicié a los doce años, y recién pude pasar a la narrativa a los diecisiete. En ese proceso inicial me fui construyendo, reconstruyendo y deconstruyendo, y las herramientas que me alimentaron fueron la educación y la lectura.
NL— ¿Te inspiró alguna persona o alguna situación en particular?
D.E.P — Mi inspiración para convertirme en un escritor o intentarlo, viene directamente de un mandato, o de varios. Mi abuela no sabía leer, ni escribir, pero eso no le impidió que en vísperas de mi cumpleaños número diez, viajara del campo a la capital, a unos cien kilómetros. Entró a una librería y le preguntó al vendedor por el mejor libro de cuentos. Le vendió Cuentos de amor, locura y muerte de Horacio Quiroga. Ella me entregó el regalo, diciendo: “Esto es para vos, porque quiero que leas todo lo que yo no pude”. Fue el primer mandato que me inspiró. Esa inspiración se fue enriqueciendo: me inspiran las personas que luchan, que sueñan, que aman con desmesura. Me inspira la justicia y la rabia de la injusticia, la resistencia de los oprimidos, los ausentes, los negados.
NL— ¿Existe un horario propicio para escribir?
D.E.P— La realidad es que soy muy estructurado, tengo mis horarios. Como soy profesor de Lengua y Literatura y Comunicación, no lo puedo hacer durante la semana; entonces lo hago desde las ocho de mañana hasta las trece horas, los sábados y domingos. Esa disciplina me la dio mi anterior trabajo como periodista de un diario. Claro, las ideas pueden surgir en cualquier momento; entonces las anoto, luego espero hasta el fin de semana para escribirlas y desarrollarlas. Prefiero escribir en las mañanas, con un café y un mate de por medio.
NL— ¿Dónde escribes usualmente?
D.E.P— Escribo en mi estudio, donde está mi biblioteca; en el primer piso, donde las paredes están repletas de estantes con libros. Suelo encender un incienso y escucho música. Puedo mirar desde allí hacia la calle, ver los árboles de la vereda, al gentío que va y viene, en ese barrio que aprendí a amar que es Flores Sur en la ciudad de Buenos Aires. En ese barrio, en esas calles creció el papa Francisco. Imaginarlo abre las puertas de mi imaginación.
NL— ¿Con qué te identificas más, con el cuento o la novela?
D.E.P— Los dos me apasionan con la misma intensidad. Es verdad que mis primeras prosas fueron cuentos, pero con el paso del tiempo aprendí a escribir novelas: no solo lo aprendí, lo necesité. A veces un cuento termina siendo una novela, o una novela apenas queda en un cuento.
NL— ¿Cuáles son tus autores preferidos y a quienes recomendarías leer?
D.E.P— La lista puede ser interminable, pero podría decir Octavio Cejas, Jorge Namur, Horacio Quiroga, Marcial Gala, Zoe Valdez, Juan Villoro, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Pedro Lemebel, Marguerite Duras, Marguerite Yourcenar, Milan Kundera, Stephen King, Ray Bradbury. Los recomiendo a todos, pero hay uno que no es que sea joven, sino que está empezando a mostrar lo que escribe, tiene una larga trayectoria como periodista y que ahora decidió mostrar su ficción y lo recomiendo: se llama Rafael Medina es de Concepción, Tucumán, Argentina, es un cuentista extraordinario que describe la brusquedad del amor y el juego que eso implica. Recomendaría también a una dramaturga y comunicadora que se llama Andrea Rivas, cuyas obras atraviesan el universo y las búsquedas de las mujeres latinas. Laura Krekza con su libro Cuerpos Crudos, en el que se atreve y lo hace muy bien a hablar desde la marginalidad, buscando la luz, pero no deja de ser bestial. Mario Peloche Hernández, un español que navega en las profundidades de personajes oscuros, pero que en esa oscuridad navega de forma vital la vida; su libro, La Dama Pálida, es único. Por último, y no menor por eso, Ernesto Manuel Rivas, que con su libro Guantes Amarillos presenta veintitrés historias que hablan de las oportunidades y de los conjuros.
NL— Un libro que te haya marcado, o gustado mucho, o al que cada tanto regresas.
D.E.P— Voy a ser atrevido, no te voy a nombrar uno, sino tres: Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, El Aleph de Jorge Luis Borges y La Inmortalidad de Milán Kundera. El primero me marcó porque Macondo termina siendo una metáfora de Latinoamérica, que con su contante peste del olvido repite una y otra vez los errores. El segundo, porque lo circular, los laberintos en esos textos de Borges, la espera y lo metafísico parecen ser irrepetibles y al mismo tiempo no serlos; lo inmortal puede no ser nada más que un despojo. La inmortalidad de Milán Kundera, porque con esa novela aprendí a entender que la permanencia, la inmortalidad habita en lo fugaz, en lo efímero, pero las marcas que deja como rastros, se vuelven inmanentes y sólidas.
NL— ¿Qué buscas proyectar con tu escritura?
D.E.P— Lo que busco es poder decir, contar, pero también permanecer, perdurar. No creo que los escritores sean las voces de los que no pueden hablar. Busco ser otros, porque eso sustenta mis ganas de recorrer otros lugares, pero también mostrar que lo que sucede en el mundo no me es ajeno, un mundo que me duele, que me grita
NL— ¿Qué te apasiona?
D.E.P— Me apasiona la vida en sí, el respirar, deslumbrarme con lo simple, con la sonoridad de una palabra, con el peso de la misma, con la aceptación de ese mestizaje que me corre por la sangre, con ser y pertenecer a este continente único y diverso. Me apasiona ser latinoamericano. Me apasiona la simpleza del amor y del desamor, los momentos con los amigos, con la familia, con el universo de los afectos.
NL— ¿Cuál es tu recomendación para los jóvenes que se inician en el mundo de la literatura?
D.E.P— La mejor recomendación: leer. Aprender, porque el saber, el conocer, te otorga las herramientas para poder expresarte mejor. No se queden con el primer intento, ni con el primer texto: hay que trabajar, corregir, reescribir, reinventar. Todo conocimiento, incluso tus saberes previos, son parte de tu arte. Si te formas y preparas, tu sueño se hará realidad.
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Genioooo profeeeeee abrazoooo