La vida se nos va muy rápido, día a día, es por esa necesidad impuesta de hacer todo en el menor tiempo posible. De ahí que los estados de ansiedad, estrés y angustia con alteración de los nervios, conforman el cuadro de síntomas emocionales que contribuyen al deterioro del organismo.
La gente se pregunta por qué los días van tan rápido, sin darse cuenta que somos nosotros mismos los que fomentamos esa condición de aceleramiento, recortando los días, fatigándonos al extremo de llegar extenuados del trabajo al hogar sin ganas de compartir, debido al tiempo que invertimos en hacer, hacer y hacer hasta el agotamiento.
¿Qué dicen los especialistas sobre este tipo de conducta? A través de internet encontramos la opinión de Verónica Guillén, psicóloga y coordinadora del gabinete de Psicología Previ de Valencia, España, ella explica que la manera de reaccionar ante el ritmo actual depende, en gran medida, de las personas, ya que algunas son más vulnerables que otras a padecer trastornos psicológicos, lo que también depende del tipo de “estresor”, así como de la intensidad y duración del mismo.
Vladimir Huber, chileno, creador del «Sistema Huber de Desarrollo en los Cuatro Niveles«, dice que situaciones traumáticas generalmente vividas durante la infancia y la adolescencia, más un ritmo de vida acelerado y tensionante producen fallas en el sistema inmunológico y en las partes más débiles del organismo, ya sea por herencia biológica o por una forma de vida determinada.
A todas estas sintomatologías se agregan las que producen la escasez de alimentos como es el caso de Venezuela, el desempleo y las perspectivas de vida que cada día merman por condiciones económicas, las cuales vislumbran un futuro incierto y desolador. Todo ello provoca grandes cambios emocionales, como el miedo, rabia, impotencia y un ritmo de vida intolerante que desencadena en trastornos de salud bien identificados con el ritmo de vida acelerado.
A todo lo anterior se suma, la exigencia social de no ser sino parecer, importa más lo externo que lo interno. Así tenemos un dominante estilo de vida, rigurosidad para estar más tiempo frente al espejo que desarrollando músculos. Ciertamente que la felicidad no nace de lo externo, sino lo contrario, es una condición interna que permite vivir a plenitud cuando se guarda el equilibrio por el ser y el hacer.
Hay una lista de conductas que determinan el nivel estresante de las personas con vida acelerada:
- Siente que su área emocional le arrastra y no es capaz de analizar las cosas con objetividad y actuar inteligentemente.
- Está lleno de pensamientos negativos, catastrofistas, obsesiones o fijaciones… que le impiden vivir la vida con normalidad.
- Desea que la vida se acabe y siente que no tiene sentido su papel en este mundo.
- Siente una agresividad que es incapaz de controlar, y sabe que puede desencadenar en situaciones límite.
- Piensa que todo el mundo está en su contra.
- Tiene grandes dificultades para descansar, conciliar el sueño, desconectarse de situaciones, y no puede vivir la vida con normalidad.
Las respuestas positivas a los síntomas anteriormente señalados son:
- Recuerda que tú no tienes el control de todo lo que te sucede, pero sí de lo que haces con ello.
- Aprende algo nuevo cada día.
- Lo que la demás gente piense de ti no es de tu incumbencia.
- Aprecia tu cuerpo y disfrútalo.
- No importa que tan buena o mala sea la situación, ésta cambiará.
- Tu trabajo no se ocupará de ti cuando estés enfermo; tus amigos sí lo harán. Mantente en contacto con ellos.
- Desecha cualquier cosa que no sea útil, bonita o divertida.
- La envidia es una pérdida de tiempo; tú ya tienes todo lo que necesitas.
- Lo mejor está aún por venir.
- La vida es bella, disfrútala mientras puedes.
@susanamorffe
Fuente: Internet / RenuevoPlenitud
Crédito fotográfico de http://www.gratisography.com/
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