Desde los años 90, el régimen de los hermanos Castro utilizó al ya célebre despacho de abogados panameño Mossack Fonseca para crear un entramado de sociedades en paraísos fiscales.
El gobierno de Cuba, reliquia del comunismo soviético y azote del capitalismo, no ha tenido remilgos a la hora de recurrir a los instrumentos de la ingeniería empresarial para sortear el embargo impuesto por Estados Unidos. Desde los años 90, el régimen de los hermanos Castro utilizó al ya célebre despacho de abogados panameño Mossack Fonseca para crear un entramado de sociedades en paraísos fiscales con las que realizar operaciones que burlaban lo que desde el lado cubano se conoce como el «bloqueo» norteamericano y que consiste en una serie de limitaciones en las relaciones comerciales entre EE.UU. y la isla como respuesta a las expropiaciones realizadas tras la revolución.
De acuerdo con una investigación realizada a partir de la filtración de los llamados «papeles de Panamá» por «El Nuevo Herald», hay al menos 25 compañías offshore vinculadas a Cuba en Bahamas, Islas Vírgenes Británicas y el propio Panamá. Al frente de una de ellas, dedicada a la pesca y creada en las Islas Vírgenes Británicas, figuraba el hermano de uno de los hombres fuertes del régimen, el general Luis Alberto Rodríguez López Calleja, yerno de Raúl Castro y presidente del conglomerado empresarial militar de la isla, Gaesa.
El inicio de estas actividades, según la información del citado diario, se situaría tras el desmoronamiento de la Unión Soviética, que había sido el principal socio comercial de Cuba y que con su caída arrastró a la isla a una grave crisis económica. No obstante, la relación con algunas de estas compañías se habría mantenido hasta fechas recientes.
Entre las revelaciones de los documentos, se señala que Cuba ocupaba un papel central en un negocio de exportación de petróleo ruso a través de una empresa sede en Panamá y oficinas en La Habana y otros países, BB Naft Trading.
Esta compañía fue registrada por la familia Bassatne, propietaria de un grupo empresarial libanés dedicado al comercio petrolífero, y tiene como directivo a Jurgen Mossack, uno de los dos socios del bufete de abogados panameño. Según un correo electrónico del abogado de este despacho Rigoberto Coronado, la familia Bassatne creó esta sociedad «para atender, entre otras cosas, sus relaciones con los países latinoamericanos exportadores de petróleo y con Cuba».
Los negocios de la compañía con este país habían comenzado en 1992, suministrando petróleo por azúcar hasta 2001 por valor de 300 millones de dólares, y en 1996 se estableció un acuerdo triangular entre Rusia, Cuba y BB Naft Trading para entregar combustible ruso a otros mercados por varias decenas de millones de dólares, según Coronado.
De acuerdo con los documentos filtrados, el bufete panameño habría prestado servicio a empresas que habrían violado las leyes del embargo de EE.UU. o que mantenían vínculos con compañías expresamente bloqueadas por el Departamento del Tesoro norteamericano.
Más aún, algunas de las empresas secretas cubanas que Mossack Fonseca facilitó estaban conectadas a entidades incluidas en una lista de personas y nacionales bloqueados, con los que las empresas estadounidenses y sus sucursales tienen prohibido hacer negocios por tener relación con el terrorismo, el tráfico de drogas o a programas de sanciones a determinados países, señala el periódico de Miami.
Fuente: abc.es
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