La semana pasada es una que se quedará en mi memoria por muchos años. No solo por el crecimiento exponencial de casos del coronavirus Covid-19 alrededor del mundo, ni por el cierre de fronteras para contener la propagación del virus, sino por la respuesta irracional de millones de personas frente a esta amenaza global: comprar papel higiénico.
Las fotos de estantes vacíos y los videos de filas interminables de personas que se salen de los supermercados, no son ajenas. De lo contrario. Me recuerdan la época de huracanes en la Florida, estado en el cual resido.
Sin embargo, en los quince años que llevo viviendo en los Estados Unidos, jamás había escuchado que el papel higiénico fuera uno de los elementos no perecederos que estuviera agotado. ¡Mucho menos que las personas se estuvieran agarrando a los puños por hacerse a un paquete de seis rollos!
Por esta razón, me puse a leer sobre la biología del miedo para entender esta reacción humana frente a la amenaza del coronavirus.
Psicología del miedo
Entre la amplia literatura dedicada a este tema, encontré un artículo escrito por dos psiquiatras, Arash Javanbakht y Linda Saab, publicado en la revista Smithsonian. (Leer artículo)
Las doctoras explican que el miedo se origina en la amígdala del cerebro, la cual es definida como el centro integrador del comportamiento emocional y la motivación.
También, exponen uno de los factores que modifica la percepción del miedo. Este es el contexto. Para explicarlo utilizan la comparación de ver a un león en su hábitat natural y a otro en un zoológico. El león es el mismo, pero el miedo es diferente.
Ver al león en la sabana africana, despojados de toda seguridad, dispararía nuestro instinto de supervivencia ya que el león puede ser una amenaza mortal. En el zoológico, el miedo se transforma en curiosidad y admiración gracias a la protección que brinda un vidrio o la distancia.
Otro factor que mencionan es el aprendizaje del miedo, el cual puede ser visual o escrito. El ejemplo que ponen es ver a alguien ser atacado por un perro o leer un aviso en la cerca de un patio que dice: “Peligro. Perro Agresivo”. La imagen del ataque es más poderosa, pero leer el aviso, así no esté el perro presente, también genera miedo.
Estos ejemplos me llevaron a la siguiente conclusión. Si bien es cierto que el miedo que se ha desencadenado por el coronavirus es instintivo y una respuesta normal de supervivencia frente a una amenaza, algunos medios de comunicación y redes sociales están cambiando el contexto y propagando miedo.
Entonces, aunque es imperativo mantenernos informados, en estos momentos de ansiedad e incertidumbre es mejor recurrir a las páginas web de las autoridades y tratar de silenciar el sensacionalismo.
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