Después de un tiempo desaparecida, vuelvo a escribir. Esta vez sobre mi gran amor de cuatro patas, Olivia.
Una schnauzer con apenas 5 años de vida. En los últimos meses aprendí la importancia de una buena comunicación en el sector veterinario, y sobre todo he descubierto diferentes especialidades del bienestar animal.
Junto a Oli hemos estado en contacto con varios profesionales.
Desde medicina interna hasta cirujanos, nutricionistas, oncólogos y neurólogos.
Todo en un plazo de 4 meses.
Así que si mi experiencia y consejos logran ayudarte en mejorar la vida con tu peludo, me sentiré más que feliz.
Patología renal – Leishmania
A mediados de abril, Olivia no era la de siempre.
En sus paseos suele estar llena de energía. Va como dando pequeños saltos y moviendo su trasero de la misma manera que lo haría una señora mayor.
Pues bien, este comportamiento se había esfumado.
Su andar era mucho más lento, incluso por momentos se frenaba y mostraba gestos de cansancio y malestar.
Sus cacas no venían bien tampoco, eran blandas y con mucosidad. Orinaba más y por las mañanas le costaba mucho levantarse.
Así que decidí llevarla a la veterinaria para ver qué ocurría.
La primera alerta era que había bajado de peso. Pero Olivia seguía comiendo lo mismo.
Gracias a Dios en ningún momento perdió el apetito.
Ante el desconcierto, decidimos realizarle una serie de estudios:
*Analítica de sangre con perfil de leishmania.
*Analítica de heces.
*Analítica de orina.
*Ecografía abdominal completa.
En vista de los resultados obtenidos, el diagnóstico contemplaba 2 problemas de salud.
Su riñón derecho era más pequeño con 5 micro cálculos renales, un bazo agrandado y serología de leishmania bajo sospecha.
Se le administró medicación preventiva durante 30 días por la posible leishmania y un cambio de alimentación para su patología renal.
Si hasta ahora no sabías qué es la leishmaniasis, te cuento que es una enfermedad que la transmite un (fuckin´) mosquito.
No tiene cura y dependiendo del paciente, puede tratarse para que el animal gane calidad de vida.
En otros casos el desenlace es fatal.
Nosotras vivimos en Valencia. Tanto aquí como otras ciudades españolas son zonas endémicas del mosquito Phlebotomus.
Existen collares antiparasitarios y vacunas para prevenir que el perro sea infectado, pero aún así el bicho se las ingenia para alcanzar su objetivo igual.
Hoy Olivia cuenta con una chef que le cocina una dieta personalizada por una veterinaria nutricionista.
La verdad que disfruto mucho cocinando para ella, no solo porque uso ingredientes ricos y saludables sino porque ha provocado mejoras significativas en su comportamiento y bienestar.
*Ha recuperado peso.
*Goza de mayor energía.
*Disfruta mucho más durante los paseos.
*Las heces tienen buen aspecto y consistencia.
Este último punto es un gran indicador que la nueva alimentación la ha asimilado muy bien, sin ningún tipo de alergia.
Opté por una dieta natural cocida porque me permite llevar un control exacto de los nutrientes que Oli ingiere.
Algo que a veces resulta difícil de obtener con el alimento procesado que se vende en tiendas de mascotas.
Luego de recibir su medicación preventiva durante 30 días, la serología por leishmania de su última analítica de sangre fue negativa.
De todas maneras, esto no significa que no se hagan más controles periódicos. Lo ideal es que sean cada 6 meses.
En lo que respecta a sus riñones, y de acuerdo con su cuadro de salud en general, también se debe realizar un seguimiento mediante ecografías.
Mastocito Canino “el gran imitador”
Creo que de todas las complicaciones que tuvo Oli, esta fue la que más angustia y estrés me generó.
Con decirte que yo no tenía “ni idea” lo que era un mastocitoma canino.
Como a todos los perros a Oli le encanta que le hagan mimos.
Nos gusta mucho recostarnos en el sofá y darnos besos. Bueno, ella me da lametones 🙂
Al igual que hago siempre, empecé a acariciarla.
A los pocos minutos, le descubro en su pata delantera derecha, y cerca de lo que para nosotros sería el codo, un pequeño bulto.
Otra vez actúo rápido y ese mismo día consigo un turno en la veterinaria.
La auxiliar la revisa y me dice que el bulto debería verlo la dueña de la clínica, quien además de ser veterinaria hace cirugías.
Pedí cita con ella, y le comenté que este bulto a veces se tornaba inflamado y rojizo y otras más chato y rosado como si fuera una ampolla.
Y aquí se presenta el ERROR de protocolo.
Me dice que el “bulto” tiene toda la apariencia de ser una verruga o un simple quiste de grasa.Por favor, si alguna vez pasas por lo mismo con tu perro, exige a tu veterinario una punción.
Es decir, una pequeña muestra que se envía para identificar la naturaleza de ese “bulto”.
En pocas palabras, pide que le hagan una citología.
Su resultado será de mucha utilidad para el oncólogo. Siempre y cuando que el bulto sea un tumor maligno, como lo ha sido en el caso de Olivia.
Mi veterinaria se saltó este paso tan importante.
Consideró que no era nada urgente.
Que al ser pequeño, se extirpaba con cirugía y luego se enviaba a analizar al laboratorio.
¿Qué ocurrió días después de la operación?
El informe histopatológico exponía que se trataba de un tumor maligno de grado 1.
Ese es el motivo por el cual al mastocito canino se lo llama “el gran imitador”. Ante el ojo humano parece que es bueno, pero en realidad no lo es para nada.
La extirpación resultó con márgenes sucios. Por eso es relevante contar con una citología previa.
De esta manera, se planifica mucho mejor la intervención y a tu perrito se le brinda la atención y prioridad que se merece.
Actualmente Oli está con controles oncológicos. En vistas de considerar una segunda cirugía más agresiva para ampliación de márgenes.
En este tipo de situaciones, es primordial focalizar en la calidad de vida del animal.
Epilepsia Idiopática
Otro sacudón más.
Hasta el 12 de agosto Oli solo había tenido tres convulsiones. Dos en el 2019 y una en el año pandémico 2020.En su primera convulsión se le hicieron análisis rutinarios para descartar algún tipo de virus, como por ejemplo la ehrlichia.
También recurrí a un neurólogo que luego de revisarla, me dijo que Olivia estaba perfecta.
Si bien ya teníamos la sospecha de que era una perrita epiléptica, con esta última crisis decidí confirmar este diagnóstico.
Además de analítica sangre se le debían realizar otros estudios complementarios para descartar otras causas.
Existen algunas enfermedades que también generan convulsiones. Como por ejemplo, las metabólicas, tumores cerebrales, infecciones, malformaciones congénitas…
¿Cómo saber si tu perro tiene epilepsia idiopática?
El protocolo veterinario es el siguiente:
Exploración física por neurólogo veterinario.
Perfil bioquímico con contraste.
Hemograma completo.
LCR: punción líquido cefalorraquídeo.
TAC: tomografía computarizada. Para esto se anestesia al animal y el estudio dura aprox. hora / hora y media.
El tratamiento o medicación para la epilepsia idiopática es un mundo aparte.
Depende de muchos factores, como la frecuencia, duración e intensidad de las convulsiones, el estado general de salud del perro, y el estilo de vida del propietario.
Lo que sí es seguro, que una vez se arranque con la medicación adecuada, esta será para siempre.
La epilepsia idiopática en perros no tiene cura.
Conclusiones:
Convivir con un animalito requiere de mucho compromiso y dedicación además del inmenso amor que le puedas dar.
A veces creemos que su salud dependerá solo de vacunas y desparasitaciones.
La realidad es que no es tan así.
Ten presente que un diagnóstico precoz y con la ayuda de profesionales confiables tu perro puede llevar una buena calidad de vida.
Si tienes dudas, busca siempre una segunda opinión.
Nunca dejes de recurrir al veterinario ante cualquier cambio que observes en su día a día.
Es parte de tu familia, se merece lo mejor.
Si quieres contactar conmigo, puedes hacerlo a hola@doggycopywriter.com
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