Es necesario ser preciso en cuanto a la definición de éxito. Ciertamente el éxito, desde mi punto de vista, bien puede ser diferente al éxito desde su punto de vista. No obstante, existen condiciones generalmente aceptadas que usted y yo consideramos éxito. Es muy sencillo: gozar de buena salud, disfrutar del amor y tener las necesidades materiales cubiertas, de manera tal que la vida sea placentera. ¿Estamos de acuerdo con esta definición básica de éxito? Supongamos que sí. Recuerde, seguimos con el principio de imitar al exitoso. Los japoneses promedio, suelen planificar los grandes aspectos de su vida: formación académica, elección de pareja, nacimiento y crianza de los hijos. Las mujeres japonesas procuran invertir el tiempo de su juventud en convertirse en personas productivas (estudiar, capacitarse y lograr condiciones socio económicas óptimas) de manera que no deban dedicar tiempo a tal empresa, cuando estén en edad de iniciar una familia.
En este punto, cuando la pareja japonesa se entera de que serán padres por primera vez, entre sus previsiones está la de crear un fondo de ahorro para los estudios universitarios de su hijo. Como podrá apreciar no se trata de complejos proyectos de vida que no podamos asumir en nuestra cultura latina. Todo se resume en la Actitud ¡Oh, palabra clave muy cercana a lo milagroso! ¡Actitud, Actitud, Actitud! Mi Actitud me obliga a formular un plan de vida. ¿Cómo elaboro un proyecto de vida? ¿Cómo planifico mi vida? ¿Existe un manual universal? ¿Tenemos una guía exacta que nos diga cómo funciona la vida? Existir significa, potencialmente, construir proyectos en los que el hombre despliega sus aptitudes y recursos. Anticipa un futuro en el que la meta de la autorrealización despierta y sostiene ese despliegue. Dichos proyectos giran de modo especialmente destacado en torno de dos grandes cuestiones, el amor y el trabajo.
Proyecto de vida
El proyecto de vida es la dirección que el hombre se marca en su camino, a partir del conjunto de valores que ha integrado y jerarquizado vivencialmente, a la luz de la cual se compromete en las múltiples situaciones de su existencia, sobre todo en aquellas en que decide su futuro, como son el estado de vida y la profesión. Para elaborar su proyecto de vida ha de partir de su propia realidad; de su historia. No tenga miedo a enfrentarse a su propia historia. Sea realista; no se engañe. Asuma lo que es y ha sido su vida; no se imagine cómo le gustaría que hubiese sido. Acéptela. Es su historia. La mayor dificultad para trazar el proyecto de vida reside en tener que tomar una decisión, en tener que elegir una dirección fundamental con exclusión de otra u otras direcciones.
Frecuentemente ante este compromiso se adopta una actitud de huida que conduce a la persona a un estado de indecisión, es decir, hacia un «conflicto existencial» que, al no ser resuelto, se convierte en crónico. El miedo a la responsabilidad, la incapacidad de renunciar a alguna de las posibilidades presentadas, la influencia del ambiente social contrario a los compromisos definitivos. Constituyen frecuentemente las causas de este conflicto no resuelto. Tener un proyecto de vida es imprescindible. De lo contrario se vive sin rumbo, a la deriva; se vive sin sentido. Este es el drama en el que vive hoy mucha gente. Muchos de sus amigos viven sin saber para qué; sin un sentido, sin un propósito que encamine sus vidas; a la deriva. Por ello, es importante que elabore su propio proyecto de vida. Hoy le invitamos a dar ese paso. Le invitamos a que descubra cuán importante es.
Ciertamente, el descubrimiento de su propósito en la vida es el fundamento sobre el cual descansa la estructura del destino que decida forjar. En ese proceso es necesario que se formule una serie de preguntas que lo ayudarán a elaborar su proyecto de vida:
1) ¿Cómo soy? ¿Cuáles son los rasgos típicos de mi temperamento? ¿Cuáles son mis cualidades y defectos? ¿Hay elementos de mi persona, físicos o psíquicos, que vivo «resignadamente» o incluso con disgusto? ¿Cuáles? ¿Por qué? ¿Me gustaría ser de otra forma, «sueño» con esa otra forma, o más bien me acepto como soy y trato de aprovechar mis posibilidades? ¿Cuáles son mis potencialidades y talentos? ¿Qué soy capaz de hacer? ¿Conozco mis limitaciones?
2) ¿Cuáles son y han sido las grandes dificultades de mi vida? ¿Padezco de traumas o complejo? ¿Cómo se originaron?
3) ¿Qué clase de personas me rodean? ¿Es su influencia negativa o positiva? ¿En qué tipo de entorno me desenvuelvo?
4) ¿Cuáles son mis expectativas con respecto al futuro? ¿Cuáles son los sentimientos que predominan en mí al pensar en el futuro: la esperanza y la ilusión, o el temor y la desconfianza?
5) ¿A dónde quiero llegar en el corto, mediano y largo plazo? ¿Soy realista con las metas que me propuesto?
6) ¿Estoy dispuesto a pagar el precio por alcanzar mis metas? ¿Estoy dispuesto a trabajar duro?
Una vez respondidas estas preguntas, es conveniente comenzar a trabajar en un proyecto que contemple las áreas básicas como: Relación de pareja, Finanzas, Salud, Familia, Carrera. Todo esto partiendo de la base del mejor interés propio. Más allá de lo que pueda querer, tomando en cuenta que no siempre lo que se quiere es lo que se necesita. Considere todas estas áreas en el corto, mediano y largo plazo y su visión de la vida será totalmente distinta.
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