Puede que pensemos que el amor viene aparejado con el hecho de ser padres. También que sentir que es suficiente con expresarlo, cuando nos asalta el deseo de hacerlo. Algunos alegarán que ese sentimiento es algo natural, que sale genuinamente, que no se enseña. Si bien el amor se tiene o no, inclusive a los hijos, no menos importante es aprender maneras eficaces de expresarlo.
El amor está asociado con cuidar y proteger, con la valoración de la persona querida, la responsabilidad, consideración, respeto para con ella y una comunicación clara y oportuna de todos estos elementos. Estos componentes son claves en todos los tipos de amor, más aún con los hijos.
Cuidamos y protegemos lo que queremos, por tanto, evitamos que algún daño les ocurra. Esa es una función altamente asociada al amor y que tendemos a experimentar particularmente por nuestros hijos, debido a la relación de extrema dependencia que ellos tienen con nosotros al inicio de su vida. C6+ubrir sus necesidades físicas y la vigilancia sobre su seguridad, se convierten en puntales de la expresión de afecto. Literalmente, el bebé humano sobrevive gracias al cuidado de un adulto.
Demostramos valoración hacia lo que es importante para nosotros, para quien es de nuestra estima, en quien depositamos afecto e interés. Aunque pudiese parecer una respuesta de satisfacción a una egoísta necesidad, es ella misma la que motoriza el cuidar lo que es importante. En ese sentido, hagámosle sentir a nuestros hijos la importancia que tienen en nuestras vidas, enseñémosle a reconocer sus aciertos y habilidades. Festejemos sus logros.
Responsabilidad, consideración y respeto se convierten en ingredientes claves para demostrarles a nuestros hijos que son queridos. Cumplir con nuestras funciones, reconocer el lugar y trascendencia en su emocionalidad, expresan estas características. Igualmente, entender que son seres diferentes a nosotros, aunque compartan características físicas y de personalidad y, por tanto, decidirán y seguirán sus propios caminos, no el elegido o considerado adecuado por nosotros.
La comunicación clara y oportuna se promueve haciendo que ellos perciban con mayor nitidez las expresiones de afecto. Debemos decirles de manera sencilla nuestros sentimientos y emociones por ellos despertados, tanto agradables como desagradables. En cada caso, es importante sustentarle con ejemplos del día o acción más cercana. Debemos ir reconociendo el “modo de interacción de cada hijo”, en esa medida será mayor nuestra cercanía.
Con la firme y sana intención de quererlos, podemos acercarnos a estilos de expresión de amor, cada vez más personalizados pero basados en elementos constantes. Hasta ahora no existe manual para expresar el amor, sin embargo, ¿quién dijo que no puede elaborarse?
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