La infancia es una etapa hermosa donde sencillamente sentimos anticipación para con todo: regalos, sorpresas, juguetes, en fin, todo lo que representa una novedad.
En otras ocasiones se trata del simple placer de dejar nuestra imaginación correr: soñar y dejar que nuestra creatividad salga a la superficie a través de juegos representativos de personajes admirados y situaciones deseadas.
Sin embargo, es increíble como a medida que vamos creciendo vamos perdiendo nuestra capacidad de asombro, esa capacidad de sentirnos verdadera y favorablemente sorprendidos ante algo o alguien. Por el contrario, es como si estuviéramos condicionados a recibir noticias y sorpresas siempre negativas.
¿A qué se debo esto? ¿Cuándo pasó que nos olvidamos de lo hermoso de recibir sorpresas que nos alegraban el corazón? ¿Desde cuándo la ansiedad se ha convertido en nuestra mejor amiga y constante compañera de vida?
Al crecer, conjuntamente con la mayoría de edad, van llegando diversas responsabilidades que nos ponen de frente a la realidad de un mundo adulto lleno de expectativas para con nosotros. De la misma forma, comenzamos a percibir la realidad madura como pesada y llena de obligaciones, como si todo el tiempo que tuviéramos debiera ser enfocado a usarlo para fines de productividad y lograr metas socialmente aceptables y elogiadas por la mayoría.
Otro aspecto importante es que desafortunadamente comienza a desconectarse en nuestro interior el deseo de recibir sorpresas, pues hemos de admitir que muchas de las que ya hemos recibido al momento no han sido tan placenteras: rupturas amorosas, desilusiones, personas cuyos manejos nos han hecho sentir defraudados y así comienza la interiorización naturalmente implícita de que lo mejor es no confiar en nada ni nadie. En resumen, prepárate para lo peor y así no te sorprenderá.
Este lema de vida comienza a regir nuestras actitudes a tal punto que pasa a ser parte de nuestra identidad.
******
Quizás es momento de darnos cuenta de que hemos elegido tomar aspectos propios de la vida en forma aislada, convirtiéndolos en parámetros que, lejos de motivarnos y contribuir con nuestro bienestar, han perjudicado nuestra percepción sobre la vida adulta.
El hecho de que seamos adultos no significa que no podamos incluir elementos de diversión sana en nuestra vida cotidiana. La necesidad de esparcimiento y diversión es un aspecto natural de nuestra vida y debe ser considerada como importante al momento de considerar nuestra estabilidad y como balanceamos todas las responsabilidades correspondientes de la etapa en que nos encontramos.
El hecho de que seamos adultos no significa que no podamos anticipar cosas buenas y confiar en que recibiremos sorpresas placenteras. Si bien es cierto que enfrentamos grandes retos o situaciones difíciles, no es menos cierto que también disfrutamos de momentos hermosos, alegres y significativos. Constantemente hay cosas maravillosas pasando en nuestra vida y todo nuestro alrededor.
El hecho de que seamos adultos no significa que no podamos responder con anticipación y emoción ante nuevas posibilidades, en lugar de enfrascarnos de inmediato en sobre analizar todos los posibles escenarios fatalistas para considerar así que estamos preparados a un «por si acaso».
Ser adultos implica la hermosa libertad de poder tomar nuestras decisiones (y por supuesto, vivir nuestras consecuencias), desde un lugar que nos proporciona la responsabilidad de explorar opciones y aventurar nuevas experiencias, reconociéndonos suficientemente maduros para con todo lo que estas implican y con los recursos emocionales para atravesar las diversas situaciones que puedan presentarse.
Cuando éramos niños soñábamos con ser adultos y poder disfrutar de esa libertad de hacer cosas, ir a cualquier lugar que deseáramos y sencillamente vivir la vida a nuestra manera. Qué tal si ahora, en nuestra vida adulta, nos enfocamos en volver a conectar con aquella capacidad de asombro y volver a soñar con todo aquello posible que podamos desear.
Pueden leer en La Nota Latina/La Nota-Latina.com
¿Por qué ser feliz es un desafío?
- Una vida de ensueño: ¡Desconéctate del estrés! - marzo 6, 2025
- Aprendiendo a vivir con nuestras espinas: El arte de la convivencia y la tolerancia - febrero 4, 2025
- Regalos de fin de año: Más allá de lo material - diciembre 19, 2024