No sé si a ustedes les pasa, pero a menudo, cuando estamos en la calle, observamos a las personas distraídas, inmersas en sus pensamientos o pegadas a sus dispositivos móviles, como si fueran zombis. A veces, he llegado a chocar de frente con una u otra persona porque están absortas en su «caja boba portátil». Es como si estuviéramos «dormidos» o ausentes de la realidad que nos rodea. Sin embargo, hay momentos en los que nos damos cuenta de que no todo el mundo lo está, como lo demostró el comediante estadounidense Tim Young y su experiencia con Coca-Cola. Entonces, nos corre ese «friíto» por dentro y pensamos: ¡Hay más personas despiertas de lo que creemos!
¡Al grano, Marybel! Resulta que Tim Young se encontraba en un centro comercial de Estados Unidos y decidió probar una máquina expendedora de Coca-Cola que personalizaba nombres en las latas. Puso el nombre Jesús, luego Jesús te ama, y ¡oh, sorpresa! La máquina decía que no se podía imprimir. Pero al poner Ala, Buda y Kamala 2024, fueron aceptados sin problema. Tampoco Trump 2024 pasó la prueba.
Según Coca-Cola, las frases religiosas o políticas no son aceptadas en sus productos, pero las excepciones parecían claras. El video de Tim se viralizó, y el doble discurso no pasó desapercibido. Millones de cristianos en todo el mundo, junto con ciudadanos comunes, comenzaron a presionar con un boicot, y el problema finalmente «se resolvió». Pero, ¿realmente fue un «error», como se afirmó, o fue la amenza económica lo que obligó a la empresa a cambiar su postura?
Esto me recuerda un refrán que encaja perfectamente en esta situación: «Le salió el tiro por la culata». A veces, lo que creemos que funcionará a nuestro favor acaba volviéndose en nuestra contra. Y eso fue exactamente lo que le pasó a Coca-Cola cuando millones reaccionaron en su contra, dejando claro que no estaban dispuestos a aceptar tal marginación.
Es preocupante pensar que estas grandes compañías, con todos sus inmensos recursos, puedan mostrar sesgos políticos y religiosos tan evidentes. Aunque el boicot afectó los bolsillos de la compañía y la situación fue «resuelta», nos queda la pregunta: ¿Cuántas veces hemos sido testigos de situaciones similares, donde la presión económica es la única fuerza que provoca cambios? ¿Por qué Jesús o Trump no, pero Kamala, Buda y Ala sí?
Estas situaciones nos invitan a reflexionar sobre la equidad en nuestras propias vidas y cómo podemos contribuir a un trato más justo para todos. Al final, a Coca-Cola le salió el tiro por la culata: la realidad de los sesgos se hizo pública cuando millones reaccionaron con un boicot. La verdad del doble discurso salió a la luz, y la acción de la compañía se volvió en su contra, obligándolos a retractarse por un boicot que no esperaban.
En la Biblia, ese libro al que siempre volvemos, encontramos este versículo: «No hay nada oculto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse y hacerse público» (Lucas 8:17, NVI). Este pasaje subraya la idea de que todo aquello que intentamos esconder o disfrazar eventualmente saldrá a la luz. Es una advertencia sobre la verdad, sugiriendo que, aunque alguien pueda intentar manipular o controlar una situación en secreto, tarde o temprano, la verdad se revelará
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