César Gamboa... El más pana de La Nota | La Nota Latina

César Gamboa… El más pana de La Nota

César Gamboa desde Uruguay

La Nota Latina le agradece a sus lectores de todas partes del mundo por compartir sus experiencias de vida, sus aventuras y logros más allá de América Latina. Son embajadores de nuestra cultura en tierras lejanas, a veces desconocidas. Aún así, se asimilan con mucha perseverancia y deseo de aprender. En esta oportunidad, presentamos a César Gabriel Gamboa Pérez, venezolano que está en las redes sociales Facebook como cesargamboa13 e Instagram como cesargamboa13.

FOTO CG 01 Bio

No define una profesión como tal porque ha ejercido en muchas áreas desde guardia de seguridad, programador, dibujante, tatuador, peón, chofer, policía, pintor, escolta, bombero, paramédico, profesor, técnico en computadoras, vendedor, taxista, detective, repartidor en moto y hasta fotógrafo.

¿Qué le motivó a dejar su país de origen y cómo eligió el país en donde está residiendo actualmente?

— La crisis social y económica que se vive en Venezuela.

¿Qué esfuerzo le tomó adaptarse? ¿Tuvo que aprender el idioma o ya lo conocía?

— A pesar de que en Uruguay se habla español al igual que en Venezuela, tuve que adaptarme un poco con los modismos y al acento local, ya que mi primer trabajo formal fue en la recepción de un complejo turístico. Donde además de atender el teléfono, tenía que tratar de vender y para ello nada mejor que el cliente se sienta en confianza y que hable con alguien que le entiende y tiene una manera familiar de hablar. Por lo cual tuve que tratar de adaptar mi léxico y muchas palabras. Debo acotar que el resultado no fue lo que yo esperaba. No sueno a uruguayo ni a venezolano ni a nada, mi acento parece una especie de hibrido extraño que ni yo mismo lo reconozco. Pero al menos me pude adaptar bien. Vale destacar que la inmensa mayoría de los uruguayos me han recibido como uno más de ellos, sin importar mi lugar de nacimiento ni mi acento, ni mi cultura ni lugar de origen.

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¿Qué fue lo más curioso que vivió en ese proceso de adaptación?

— La verdad tengo muchas anécdotas que contar. La primera y una de las que más me impacto al llegar acá, fue que en el viaje de salida de Venezuela un guardia nacional en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía cuando le dije a donde iba me preguntó en tono bien sarcástico “… ¿Y cómo a que vamos a ir a Uruguay?”. Le conteste con mi mejor cara de estúpido, “Pues a visitar un poco de allá, me han dicho que es muy bonito el paisaje”. (Yo ya había venido 2 veces antes a estudiar el entorno.) Yo no sabía si me iban a aceptar en inmigración o me iban a hacer problema o si me tratarían mal por ser extranjero y desconocer los procedimientos locales. Pero para mi sorpresa al llegar al aeropuerto Internacional de Carrasco la funcionaria de inmigración vio en mi historial que era la tercera vez que entraba a Uruguay, lo primero que pensé fue: “Ya está, me rechazan la entrada o me ponen algún límite en la estadía o algo así”. La mujer con una gran sonrisa me dice: “Pero es la tercera vez que viene al Uruguay, ¿por qué no va a inmigración en Montevideo y pide que le den status de residente permanente?”. Yo pensé que lo decía en tono sarcástico, luego me dice. “Si claro. . . vaya y hágase los papeles y se queda. Bienvenido a su casa”. Aun se me salen las lágrimas cuando recuerdo lo que me dijo la mujer. No pudo haberme dicho palabras más alentadoras que esas justo en ese momento en la madrugada del 9 enero del 2014. Que contradicción, en realidad sentí en ese momento que estaba escapando del encierro tortuoso de 40 años y estaba llegando a la paz de mi casa. No te podés imaginar el torbellino de sentimientos y pensamientos que me invadieron la mente y el corazón en ese momento. De no haber sido por que no quería estropear el momento perfecto con alguna acción imprudente hubiera abrazado y le hubiera dado un beso a la funcionaria de inmigración en ese preciso momento.

¿Qué es lo que más aprecia del lugar?

— Muchas cosas, pero principalmente la camaradería, la solidaridad y la hermandad que tienen los uruguayos. Aun con los problemas sociales que hay y las diferencias entre sectores, siempre vas a conseguir gente que te da una mano desinteresadamente por el solo gusto de ayudar. He conocido personas que dejan de comer para que yo coma solo porque sabía que yo no había cenado ese día, por darte solo un ejemplo. Otro ejemplo fue un compañero de trabajo al cual un día le comenté como nota graciosa que solo teníamos 2 tenedores en casa (claro éramos solo mi señora y yo y estábamos empezando a comprar nuestras cosas para la casa de a poco y en ese momento teníamos otras prioridades que no eran juegos de cubiertos precisamente) y al día siguiente se apareció con 4 platos de diferentes diseños 4 tenedores 3 cucharas, 2 cucharitas para postre , vasos de los que regalan cuando hay promoción de Coca-Cola, y me dijo: “toma, esto es lo que pude recolectar en casa que no necesitamos”. Es un gesto que nunca olvidaré. Y ni hablar de gente que me dio su cama, su espacio en el living para que durmiera, una frazada de pluma de gansos para invierno. Y así sucesivamente solo por mencionar algunos ejemplos.

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¿Alguna anécdota graciosa o simpática que quiera compartir con La Nota Latina?

–Si, una que recuerdo con mucha gracia fue cuando recién empecé en el complejo, como estaba empezando el invierno me pidieron que encendiera las estufas de los chalets que estábamos esperando que llegaran huéspedes. No quería parecer estúpido pero no sabía a qué se refería con la “estufa”. ¿Serían los calentadores de agua, o la cocinas (me sonaba a estofado), tal vez el parrillero donde se hacen los asados? Yo me había establecido una cuota diaria de lo que llamé “preguntas estúpidas que los inmigrantes hacemos por no conocer los nombres obvios de las cosas del día a día” y ese día ya había sobrepasado mi propia cuota, así que no quería salir con la pregunta “perdón ¿y qué es exactamente una estufa?”. Por otra parte ¿Para que demonios se va a encender la cocina previamente? ¿Será que la gente llega en pleno invierno desesperada a poner agua a calentar para el mate? ¿Será esa una costumbre local de cortesía? ¿Será que llegan desesperados por comer carne y quieren que el fuego ya este pronto para tirar el asado en la parrilla? Como involucraba dos elementos trascendentales (fuego y huespedes) me vi en la penosa obligación de hacer la terrible pregunta: “Perdón, ¿Qué es exactamente una estufa?”. Les digo que me dio más risa la cara de sorpresa de los uruguayos que lo que les pudo producir mi pregunta. Era obvio pero ante tantas dudas, temores y la avalancha de información que involucra adaptarte al trabajo en el exterior, no me quedaba claro que era exactamente la famosa “estufa”. La estufa era lo que mal llamamos en Venezuela la chimenea. En realidad la chimenea es la estructura que permite canalizar y salir el humo generado por la estufa cuando arde la madera. Pero en Venezuela a toda la estructura se le dice chimenea o al menos yo la conocía así. Y ni hablar de lo inútil que es una chimenea en Venezuela, excepto como adorno claro está. Si les gustó la historia de la estufa, de seguro les va a encantar la historia de la “bacha” y de la “gomería”.

¿Está en contacto con otros latinoamericanos?

–Bueno en mi caso pudiera responder si estoy en contacto con otros venezolanos, y en este caso no. Solo he visto 3 o 4 venezolanos por acá. Alguno trabajando en el camión que reparte la leche, otro que trabaja en el supermercado, y algún turista que viene al complejo. Pero en total no llegan a 5 personas. Ahora mantengo permanente contacto con los uruguayos nacionalizados venezolanos que viven cerca de mi casa y que me dieron alojamiento y ayuda cuando recién llegué a Uruguay y fue por medio de quienes conocí Uruguay. Además de una relación de amistad de más de 20 años y que trabajé con ellos los últimos 3 años que viví en Venezuela. Ahora estamos acá, somos vecinos y compañeros de trabajo.

¿Qué se siente ser un latinoamericano en el extranjero?

— La verdad ya me sentía extranjero en mi propio país, nunca fui muy apegado a las costumbres locales y a la idiosincrasia que le atribuyen a los venezolanos, soy el peor ejemplo de un venezolano en el extranjero que añora su país. Sin embargo, amo a la gente linda que conozco, a las costumbres agradables para compartir en grupo de familia y amigos, la buena música que exalta los valores y las vivencias de un pueblo, los colores de la bandera que enorgullecen cada vez que se cuenta la historia del nacimiento de la patria y la solidaridad de la gente para afrontar los problemas cotidianos así como el humor criollo. Y esto o parte de esto lo he sentido en cada país en el que he estado y he tenido alguna vivencia: Venezuela, Uruguay, Argentina, Canadá, EE.UU, Guatemala, Brasil, Panamá, Puerto Rico, República Dominicana, Chile y Colombia. Y estoy seguro que en el resto de los países voy a encontrar exactamente lo mismo, gente por quien vale la pena llorar al despedirse y extrañar siempre, así como una cultura rica en colorido y sabores criollos. En conclusión me siento un ciudadano del mundo, y no me siento fuera de mi casa, es solo como si me hubiera mudado para otro cuarto.

Mensaje final

–Muchas gracias a ustedes por esta oportunidad y por tener y mantener La Nota Latina.

Les dejo una imagen que me regaló el nuevo lugar que escogí para vivir..

FOTO CG 05 Bio

Marybel Torres
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